Bordados con Historia: relatos de artefactos textiles en la cuenca del Baker

(franvidalv) #1

L


a especialidad de Nilda Victoria Pizarro Ganga como bordadora –y por la
cual es reconocida entre las artesanas de la localidad– es el relleno de un
minúsculo punto cadena. “Me gusta hacer el relleno con una hebra porque
queda más fino, si lo haces con dos hebras queda más rústico. No me gustan los
trabajos con tanto volumen”. Lograr prolijidad en este punto tiene su compleji-
dad, la que radica en gobernar la tensión empleada al tirar del bucle y la distancia
de puntada, y en repetir esta acción un centenar de veces hasta que la textura final
se vea totalmente pareja.


Los años de experiencia le han enseñado que este oficio no se apura. Que la
calma y la búsqueda del momento preciso para sentarse a bordar se notan luego
en la calidad del trabajo. Pero sus clientes ya conocen su meticulosidad, y cuando
le mandan a hacer un bordado respetan su manera de hacer las cosas: “Que no
me apure, que lo haga con calma”, me dicen.


Así, con solo una hebra de hilo y utilizando una aguja fina, va dando vida a ramos
de claveles, rosas, amapolas y otras flores que reinan en sus tabaqueras. El rol de
este artefacto ha ido cambiando con los años. “A mí me las compran para tenerlas
de adorno”, dice, enfatizando que “ya casi no las usan” para guardar tabaco y
papel, y que actualmente se ha vuelto un objeto decorativo.


Dedica muchas horas de la semana a confeccionar sus encargos, pero también
sigue reservando tiempo para bordarles a sus hijas y nietas, manteniendo así la
tradición patagona de bordar para los que más se ama. También para su nuera,
para que tuviera “un recuerdo de la suegra en la casa”, bordó hace un par de años
esta tabaquera negra, de gabardina, completamente a mano. Demoró un mes en
hacerla, junto a la ventana, soltando la aguja cuando la luz ya no la acompañaba.


El énfasis que Nilda pone en sus terminaciones es digno de celebrar. “Porque
tiene que quedar perfecto el trabajo. Porque si tú dejas un trabajo lleno de hilachas
queda feo”. Lo tiene muy claro: “Si uno quiere vender, tiene que hacer un trabajo
bien hecho”, y este se ha convertido en uno de sus sellos como bordadora.

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