Bordados con Historia: relatos de artefactos textiles en la cuenca del Baker

(franvidalv) #1

oda la vida de Eloísa Paredes Parada (1943) ha transcurrido en
estos rincones montañosos, entre el lago Brown y el monte San
Lorenzo. Siempre en la frontera con Argentina, yendo y viniendo
a caballo para comprar víveres, trabajar en alguna estancia vecina, o visitar
amigos y familiares. “Queda incluso más cerca que ir a Cochrane”, comen-
ta Eloísa. Su acento y el de su marido, Alberto Martínez, se vuelve fronteri-
zo en el fundo Las Trincheras, donde el viento corre fuerte, la nieve inunda
los inviernos y el sol pega calurosamente con la llegada del verano.


Con vista a las pampas y la cordillera, en un sillón junto a la ventana, Eloísa
pasa sus días bordando. A sus 79 años, disfruta tomando la aguja e imagi-
nando nuevos proyectos textiles, en la quietud de su vida campera. Todo
un relajo, después de años en que apenas alcanzaba el tiempo para esta
pasión, que, en ese entonces, debía entremezclarse con labores de campo
y cocina, y, sobre todo, con el cuidado de sus niños. Tiene nueve hijos,
Eloísa, es la mayor e Iván, es el más pequeño. Cuando pronuncia su
nombre, recuerda como si fuera ayer, cuando él le preguntaba: “‘¿Mamá,
por qué no me enseñas a bordar?’, pero después se ponía a jugar”, relata
entre sonrisas. De todas formas, Eloísa se las habría arreglado para ense-
ñarle a costurar aunque fuera un poquito.


“Él está muy lejos de mí y es el más chico”, cuenta, recordándolo puntada
a puntada, mientras le borda un centro de mesa, traduciendo todo su amor
en los ramos de flores que eligió para él.


Fue el mismo Iván quién le sugirió que le hiciera ese trabajo textil con un
género comprado en Argentina. En un principio, Eloísa tenía otra idea en
mente para ese trozo de tela: bordar un mantel grande para su casa, pero
no estaba del todo convencida. “Después me dije, no me va a dar el cuero
para mucho así que voy a hacer un centro de mesa”. Decidió entonces
aceptar la propuesta. Así, usando solo sus manos, una aguja fina e hilo de
algodón de los más diversos y maravillosos colores, comenzó a bordar para
su querido hijo menor.


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