“C
uentan que hace mucho tiempo, por sendas que abría
el viento, llegaban raudos jinetes, con espuelas y som-
breros. Dicen que traían atados al cuello sendos pañue-
los con iniciales bordadas por la moza de sus sueños. Vestían de
gabardina, negras bombachas plizadas y unas botas muy curio-
sas, que les decían “acordeonadas”. Así relata la literatura
cochranina la costumbre arraigada en la zona de vestirse a la
usanza Argentina, especialmente para las fechas especiales.El pañuelo blanco, con delicados bordados, era un toque de
prestancia sobre todo si contrastaba con una boina negra.
Cuenta Marta Alarcón, actual dueña de esta pieza textil, que su
padre Benjamín Alarcón, “si alguna vez lo usó, fue para una
fiesta, alguna velada importante”.Fue bordado en la década del sesenta por Prosperina Casanova
Fuentes (1945), creadora radicada en Chiloé. “Como era un
hombre de pocas palabras, lo más seguro es que ni siquiera lo
pidió, le llegó de regalo”, relata la hija. Y así fue. En una de las
visitas de Prosperina a su hermana, Marta Casanova, en Cochra-
ne, se animó a bordarle un pañuelo tradicional a su cuñado, don
Benjamín, con sus iniciales y un pensamiento que recuerda la
tradición de los jardines florales de esta tierra. Cuando él falleció,
su hija mayor encontró esta reliquia textil en la casa familiar y la
guardó de recuerdo.Un elegante
borde calado
En el diseño de esta pieza de vestir gaucha, los motivos bordados
acentúan las esquinas opuestas del pañuelo, que quedan delinea-
das por el detalle sutil de un borde calado a mano, otorgándole
aún más elegancia..Graciosos puntitos granates y verdes decoran las iniciales de Ben-
jamin Alarcón, mientras que el pequeño pensamiento multicolor
observa atento desde el otro lado. Cada punta bordada de este
pañuelo no funciona sin la otra, sino que más bien al unísono,
acompañan sobre el cuello los movimientos de algún caballero
atrayendo todas las miradas del pueblo.“De Pueblo Nuevo a Cochrane”, Rosa Gómez y Joaquín Cheuqueman.
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