N
o son muchos los bordados y tejidos que Rosa Nilda
Vargas Sandoval (1949) conserva en su hogar del río
Vargas, territorio donde ha permanecido toda su vida.
Un incendio destruyó su casa de madera el 8 de noviembre del
2014, llevándose aquellos tesoros textiles tan significativos. Tenía
bordados adornando cada rincón “pero todo se me quemó, mi
máquina de coser, todo. En media hora ya no había nada. No
salvamos ninguna cosa”. Lo único que “su viejo”, Cristián Arratia
Vidal, alcanzó a sacar fue la radio, que aún guardan como recuer-
do. A pesar de que ahora tienen señal de teléfono, el reporte
municipal de la radio siempre ha sido muy importante en “Puesto
Teodoro”, como le llaman a la estación de la familia de Rosa.
Escuchar y hablar por radio es una tradición que se valora y per-
dura en los campos de la Patagonia.
Para la siguiente primavera, su nueva casa ya estaba lista, la levan-
taron ellos mismos con ayuda de un amigo. Amueblarla y dedicar-
se a tejer y bordar artefactos para decorarla, fueron las consignas
de los meses y años que siguieron. “¿Cómo tiene tiempo para
hacer tantas cosas?”, le preguntan quienes pasan de visita, mien-
tras Rosa afanada sigue vistiendo su nueva casa con textiles de su
autoría, exhibiendolos orgullosa en las paredes y en los asientos.
Entre ellos, un paño bordado con flores en punto cruz llama la
atención. Tres pensamientos en el centro parecen observar al
espectador, inmóviles, enmarcados por un fondo negro que los
vuelve aún más protagónicos.