Bordados con Historia: relatos de artefactos textiles en la cuenca del Baker

(franvidalv) #1

Un cáncer de mama y los quehaceres cotidianos la
habrían llevado a abandonar este y otros oficios por
un tiempo, para luego retomar en esta etapa de
madre y abuela, entusiasmada por los proyectos
textiles que han ido reivindicando el oficio del bor-
dado en Cochrane. Así, poco a poco, Margarita ha
ido volviendo a entrenar sus manos hasta sentirlas
“livianas”, como dice ella, rasgo propio de una bor-
dadora experimentada.


Todo comenzó a sus 14 años, “cuando me llegó el
entusiasmo por el bordado y por aprender otras
cosas”. Ya había dejado a sus papás, hermanos y
hermanas en el campo del lago Chacabuco para irse
a vivir al pueblo y comenzar a trabajar en distintas
casas. El hecho de salir tan joven de su hogar hizo
que no pudiese disfrutar tanto de este oficio en
familia. Quizás por eso la idea de juntarse a bordar o
tejer, junto a sus hermanas y perpetuar la tradición
de las mujeres Escobar, le provoca nostalgia.


Una pausa de años


sentir un poco intimidada. “¡No quería llegar a esas
hojas, ¡cuánto me va a costar rellenar eso!”, pensaba.
El detalle final fue hacer el calado, para luego lavar el
paño y sacarle todo el trajín acumulado de un año.

Cuando le presentó la pieza terminada a doña Eloísa,
“ella estaba contenta de que lo hubiese bordado. ‘Un
año bordando, mamá, pero ahí salió’”, le dijo Marga-
rita, aún sin poder creer que realmente estaba lista.
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