Bordados con Historia: relatos de artefactos textiles en la cuenca del Baker

(franvidalv) #1

recían los mercachifles con caballos cargados de tesoros
para el quehacer textil. A media tarde, Sofía y Marisol
compartían sus momentos de creatividad. Su mamá le
marcaba las servilletas a pulso sobre la tela,con “lápiz
de carbón” (lápiz grafito), mientras Marisol las iba bor-
dando. Cada servilleta tenía su propio ramo de flores:


amapolas, nomeolvides, espigas y pensamientos, motivos
inspirados en los jardines que rodeaban la casa de Los
Ñadis. Con añoranza, Marisol elogia la capacidad que
tenía su madre de dibujar desde la memoria, sin utilizar
papel calco o imágenes de otros lados; virtud que al pare-
cer compartían las bordadoras más antiguas de Cochrane

l paso del tiempo se llevó casi toda la colección. “Esta
es la única servilleta que queda”, relata Marisol Piza-
rro Ganga, atesorando este delicado bordado que
hizo “cuando aún era soltera, tenía 18 años”. En esos años,
vivía en la antigua casa familiar, frente al correntoso río Ñadis
y a una gran araucaria que recuerda la tierra de su madre,
quien llegó a vivir en la década del cuarenta desde Curacau-
tín, en la región de la Araucanía, a este campo, al sur de
Cochrane.

Para su mamá, doña Sofía Ganga, dio vida a una colección
de doce servilletas para acompañar el ritual del mate dulce.
“Mi madre era la dueña de casa y era la que servía a las seño-
ras los matecitos con servilleta, para limpiarse la boca, las
manos o la bombilla, porque antes no se usaban las serville-
tas de papel como ahora, sino de tela y bordadas a mano”.

De ella aprendió este colorido oficio –al igual que sus
hermanas Nilda y Ercilia– y heredó todos sus saberes texti-
les: desde cómo crear sus propios patrones hasta elegir las
combinaciones de colores que imitaban su entorno natural.
“Lo mejor que tenía mi mamá es que ella nunca te echaba el
avión abajo, siempre te decía que estaba bonito, entonces
tú te creías el cuento y hacías otro bordado”.
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