LA VIDA SECRETA DE LOS ARTEFACTOS
BORDADOS EN LA PATAGONIA
na de las tantas definiciones de abrir tiene que ver con el
“tirar hacia afuera de los cajones de una mesa o de cual-
quier otro mueble, sin sacarlos del todo”. Esta gráfica defi-
nición es una analogía de lo que ha resultado ser esta investiga-
ción sobre el oficio textil que preservan las bordadoras del
Baker, al sur de la Región de Aysén, en la patagonia chilena.
Adentrarse en la intimidad de un hogar es un viaje de apertura
que requiere paciencia, respeto, mucho tiempo y, por sobreto-
do, la voluntad de quien decide invitarte a pasar, a compartir un
mate dulce y contarte sus experiencias. Los cajones de las vidas
de las mujeres que componen este libro, al que hemos llamado
Bordados con historia: relatos de artefactos textiles en la cuenca
del Baker, fueron abriéndose, milímetro a milímetro, siguiendo
sus propios tiempos, develando sorprendentes textiles que se
despliegan por estas páginas.
Inmersas en las profundidades de los valles de Cochrane, las
bordadoras del Baker dividen sus días entre los múltiples queha-
ceres del campo, las tareas domésticas del hogar, y los momen-
tos de pausa en los que pueden tomar la aguja y descansar entre
el punto patagón, relleno y cadena, por nombrar algunos. Su
principal inspiración son las flores que cultivan en sus jardínes,
con estas en mente dan vida a artefactos utilizados principal-
mente para decorar el hogar y para adornar la tradicional vesti-
menta gaucha. Poco o casi nada bordan para ellas mismas, des-
tinando siempre su trabajo para un otro (en general, un hombre)
o para su entorno. Durante la segunda mitad del siglo XX estas
U
creaciones nacían de los materiales que traían a caballo desde
Argentina, de lo que tenían “a mano” en el campo o de lo que les
vendían los “mercachifles” que recorrían el mundo rural. Así, con
sabiduría e ingenio, convertían el cuero de choike (ñandú) en
elegantes tabaqueras, reciclaban sacos de harina para bordar
delicadas sábanas o seleccionaban una tela de seda para dar vida
a un pañuelo para el cuello.
¿Qué secretos guardan estos queridos textiles? ¿Para quiénes
fueron bordados? ¿En qué rincones de la Patagonia fueron crea-
dos? ¿Cómo se han conservado en el tiempo? ¿Quién les enseñó
a sus autoras los puntos de bordado? ¿De dónde viene ese amor
profundo por bordar flores? ¿Cómo combinan y plasman sus colo-
res? Estas son solo algunas de las preguntas que dieron vida a la
investigación y que se responden en el transcurso de este libro.
Las piezas bordadas en la Patagonia son habitantes silenciosas del
espacio doméstico; guardan en cada fibra el reflejo de una época
y nos permiten, a quienes accedemos a ellas, comprender mejor
cómo era y cómo se habitaba en este territorio. “Cada bordado
que uno hace tiene un mensaje”, dice la artesana y campesina
Luisa Vargas Escobar. Y no se equivoca; cada textil encierra anéc-
dotas y emociones que reflejan lo que significa ser mujer en estos
confines del mundo: madres, compañeras, afanadas campesinas y
meticulosas jardineras son solo algunos de los roles que desem-
peñan las mujeres patagonas. El universo creativo y emotivo de
las bordadoras despierta y resplandece en estas páginas, entre
muchos instantes que han querido compartir, develando las
alegrías más lindas y también las penas más recónditas.