Bordados con historia: relatos de artefactos textiles en la cuenca del Baker

(franvidalv) #1

Avanzando a seis manos


de pensamiento, lo que hasta hoy es un sello reconocible de las her-
manas Vargas Escobar. “Era una cosa que nos atraía mucho el tema
del bordado. Bueno en esos años no había mucho que hacer. Así que
era bordar y tejer en los inviernos. Y de ahí que aprendimos el oficio.
Y tú sabes que lo que se aprende de chico no se olvida”, recuerda
Carmen, otra de sus hijas. Entre risas agrega que no todo fue tan tran-
quilo en esa etapa de aprendices textiles. “Ella era bien mañocita, sí
(Elisa). No nos dejaba que metiéramos las manos en su bordado
porque decía que íbamos a echarlo a perder. Pero gracias a ella
aprendimos a bordar”, cada una en su paño, salvo en contadas oca-
siones como en esta tabaquera de choike.


“Casi todas anduvimos medias metidas con esa tabaquera”, cuenta
María, haciendo memoria frente a la pieza textil que fue bordada
colectivamente y que hoy se encuentra expuesta como parte de la
colección permanente del Museo Municipal de Cochrane.


El cuero del cogote del choike es un material noble muy duro de
bordar. Esto a Elisa la cansaba y la obligaba a dejar la tabaquera de
lado para descansar sus adoloridos dedos. Relata María que cuando
su mamá se aburría de bordarla, Luisa y ella hacían turnos para prose-
guir con la faena. Así, seis manos que iban y venían,fueron las encar-
gadas de rellenar prolijamente los diversos ramos que componen
esta bella y elegante pieza textil. “Nosotras con la Luisa también
estábamos entusiasmadas por ayudarle porque ya sabíamos un poco
bordar, entonces en esas flores chiquititas, ahí participamos nosotros
con el bordado”, afirma María navegando con sus ojos cada puntada.


“Demoramos mucho tiempo sí, yo creo que no sé, unos dos o tres
meses más o menos”, aclara. La lengua de la tabaquera, donde se
encuentran las iniciales RRC rodeadas de pequeñas flores salpicadas,
fue dibujada de memoria y bordada únicamente por Elisa. Las iniciales

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