Bordados con historia: relatos de artefactos textiles en la cuenca del Baker

(franvidalv) #1

En el centro del paño, un ramo de pensamientos
es rodeado por jarritos, rosas, amapolas y clarines.
Todo hecho en punto relleno y jugando con la
distancia de puntada, al estilo de su hermana
menor, Yessica. “Yo dije: ‘voy a hacer el punto
como ella’. Encuentro que le queda tan bien a ella.
La puntada larga para que rinda y la puntada corti-
ta, se ve distinto”. El blanco de la tela se cuela
entre los hilos, regalándole toques luminosos a
cada bordado. El tamaño de cada ramo es similar,
dando la impresión de estar inmersos en un jardín
de flores que se acompañan entre sí, pero que
también se lucen en sus diferencias y coloridos. El
ruedo del paño está decorado por un delicado
calado hecho a mano en hilo negro, que enmarca
con elegancia el borde de la pieza. “Se le sacan
los hilos primero y después se va trabajando”,
dice sobre esta técnica que también aprendió de
su mamá.


“Me demoré muchísimo”, comenta Margarita.
“Uy, no había caso, tardé un año en hacer este
bordado. Yo pensaba: ‘¿Por qué mi mamá me hizo
tantos ramos?’, y después para bordarlos... Así
que ya, me puse a bordar, bordar y bordar, a rati-
tos, de a poquitito, y así estaba negro ese pobre
paño, de tanto andar por todos lados”. Decidió
comenzar por los motivos más pequeños, para
poder ir viendo resultados rápidos en la tela.
Siguió con los clarines, luego con los pensamien-
tos, las amapolas y, al final, las rosas, porque estas
últimas eran “tremendas de grandes” y la hacían


UN ELEGANTE


CALADO

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