Los falsificadores ciegos

(Albert Durall Moysset) #1

V.


Polinices quiso conocer a Diógenes antes de iniciar
cualquier acción, pues, a pesar de ser un meteco muy
popular en Atenas, nunca había hablado, directamente,
con él. No era ni confidente, ni colaborador, ni ateniense.
Había que averiguar, si estaría dispuesto a falsificar
dracmas (en caso de necesidad)... Además, corrían
rumores de que se había vuelto loco, pues se le había
visto durmiendo en las calles completamente desnudo.


Polinices cabalgó hasta el Ágora, preguntó a los
mercaderes y, finalmente, dio con él. El meteco de Sinope
tendría unos 54 años. Efectivamente, iba desnudo y
estaba reposando bajo una olivera junto a dos perros
callejeros y un enorme gato atigrado.


Polinices le saludó con una leve inclinación:



  • Buenos días. Me han dicho los mercaderes que tú eres
    Diógenes.

  • Los mercaderes, con su estrecha visión, piensan que soy
    alguien, -dijo Diógenes.

  • Yo te veo, te huelo y te escucho. ¿Algo serás, no?

  • Aparentemente, algo hay, cierto es... Pero de ahí a
    llamarlo “Diógenes” requiere de un proceso sutilmente
    violento de aceptación de una comprensión convencional
    de la realidad. De una interpretación condicionada por
    suposiciones e ideas preconcebidas... Vd. puede llamarme

Free download pdf