Los falsificadores ciegos

(Albert Durall Moysset) #1

Diógenes, si lo desea (pero no se lo tome muy en serio,
pues el nombre no es la cosa ).


Polinices quedó desconcertado ante esas primeras
palabras de Diógenes. Entonces balbuceó lo siguiente:



  • Estoy buscando a Diógenes el artesano acuñador de
    moneda.

  • ¿El falsificador, verdad?

  • Si.

  • Mi padre convencional era un buen colector y acuñador
    de bellos botones circulares de plata, cierto. Yo aprendí
    de él, el oficio de acuñar monedas. Sin embargo, esa
    actividad no era para mi. Yo, en realidad, me sentía más
    atraído por la naturaleza viva que por la muerta. Mi padre
    era un espíritu pobre (con demasiada plata en el bolsillo).
    La plata le tenía poseído... Sin embargo,
    afortunadamente, el destino nos separó.

  • Te gustan más los perros que las monedas, por lo que
    veo.

  • La moneda es fría. Estos perros, en cambio, son seres
    vivos, calientes. Sienten. Me aman. Son mis maestros...
    ¿De que sirve arrastrar objetos muertos y fríos? ¿Para ser
    un esclavo?

  • Para comer-, contestó secamente el ciudadano del
    consejo de estrategas.

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