Los falsificadores ciegos

(Albert Durall Moysset) #1

Diógenes dejó pasar unos momentos para que Cicerón y
Agamenón dieran la respuesta. Pero parecían confusos.
Entonces, Diógenes dijo:



  • Siguiendo, espontáneamente, su naturaleza interior.

  • Eso suena bien pero, a la práctica, se demuestra
    imposible, -argumentó Agamenón-, por que,
    precisamente, se nos educa para “ no ser como perros”.

  • Ahí está el error humano,-señaló Diógenes.


Aunque suene chistoso, en la escuela Kynika, pensamos,
que nunca deberíamos de haber dejado de “ser como
perros”.


Sin embargo, como no podemos cambiar la inercia ciega
de las generaciones de humanos que coartan la
naturaleza organismica de los recién nacidos, los Kynikos,
reaprendemos a ser tan espontáneos como cualquier
animal. Volvemos al origen. ¿Cómo? Imitando a los
animales. Aprendiendo de ellos. Dejándo que se
conviertan en nuestros maestros.


Si no lo hiciéramos así, seríamos tan esclavos e infelices
como el resto de ciudadanos, que delegan su poder en
líderes oportunistas ciegos.


Quien aprende “a ser como un perro” (o un gato), deja de
servir o necesitar al tirano, al arconte, al rey o al
emperador.



  • ¡Va!-, exclamaron Cicerón y Agamenón, al unísono.

  • ¿Quién quiere vivir como un perro?-, añadió Agamenón.

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