Los falsificadores ciegos

(Albert Durall Moysset) #1

confundir con la realidad. El mundo mundano que hemos
creado es fruto de esa confusión.



  • ¿Qué error hay en el Partenón o en la bella ciudad de
    Troya?

  • Las obras humanas son el reflejo de la mente ilusoria de
    los hombres. Un perro es incapaz de construir el Partenón
    o la ciudad de Troya. Ni es capaz, ni necesita emplear su
    tiempo en tal cosa. ¿Para qué? A un perro o a un gato el
    Partenón le es tan útil como cualquier árbol o cueva. Si
    hay cuevas o árboles donde cobijarse del sol, del frío o la
    lluvia, ¿Para que perder el tiempo construyendo el
    Partenón? Para construir el Partenón o la ciudad de
    Troya, los humanos han tenido que esclavizar a otros
    seres humanos y les han obligado a trabajar
    (tiránicamente). Un perro nunca hará tal barbaridad. Un
    perro vive y deja vivir. El humano, castiga, persigue,
    apresa, esclaviza y obliga. El Partenón es el vivo retrato
    del sufrimiento de los seres humanos. Sin esclavitud no
    existiría ni Troya, ni el Partenón, ni las pirámides de
    Egipto. Por lo tanto, considerar esas construcciones cómo
    “bellas obras” es una apreciación subjetiva. Una mera
    opinión irreal. En realidad, hay mucho dolor, sangre y
    sufrimiento tras todas esas obras que el loco humano
    construye y luego, destruye. El perro es tan sabio y simple
    que ni construye ni destruye. Su vida es harmónica,
    natural, espontánea. No hace nada especial. No tiene
    necesidad de “engrandecer un ego ilusorio” creando

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