Los falsificadores ciegos

(Albert Durall Moysset) #1

alguno por parte de terceras personas. De ese modo,
aunque haya escasez de moneda, Atenas, siempre
dispone de fondos suficientes para pagar a todos sus
funcionarios.



  • Si, lo sabemos... Digo: nos lo imaginábamos, - rectificó el
    funcionario subalterno abochornado por su lapsus
    linguae.

  • Bien. No se preocupe. Como funcionario espía del CE, es
    su deber saberlo todo. Prosigo: El problema que nos ha
    surgido ahora, no podemos solucionarlo a la manera
    habitual pues, sin tenerlo en cuenta, los artesanos de la
    casa de la moneda, - a instancias de la Heliea (tribunal
    supremo de la polis)-, introdujeron un nuevo código
    apenas visible, (impreso en el reverso de cada moneda),
    que facilita, en gran medida, la detección de las monedas
    falsas o las que la Heliea no ha ordenado fabricar (dado
    que, el código impreso lo establecen los jueces del
    tribunal supremo). Tal código puede ser cotejado por
    cualquier ciudadano que esté informado de su existencia.


Bien. Si la casa de la moneda fabrica nuevas series de
monedas, -no codificadas por la Heliea-, y pagamos con
ellas a los funcionarios, es altamente probable que
alguien lo descubra (pues, en general, todos los
funcionarios y la mayoría de ciudadanos de Atenas están
informados acerca de ese nuevo código impreso). Como
Vd. Comprenderá, no puedo permitir que tal
eventualidad se produzca, pues se abriría una
investigación y los del taller dirían que yo di la orden. Tal

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