Carabanchel o la imposibilidad de disimular un nombre
“Hay calles con nombre de pájaros, de reyes visigodos. Te darás cuenta enseguida” me dijiste
la última vez por teléfono. Por eso el gato, pobre, se llamaba Chindasvinto. Tenías amigos en
tu barrio, me lo contaste: los de la quesería Quesito Lindo, los de la productora de cine, los
p i b e s d e l a l m a c é n d e l a L i b r e r í a V e r d e q u e , i r ó n i c a m e n t e , n o l e e n.
Pero lo cierto es que desconozco tu barrio. Carabanchel. Nunca oí esa palabra. He tomado la
línea 6 del metro con tus indicaciones: atravesé Mochuelo, Ariza, Dabán. Y antes, me he
subido a un avión, 11 horas, dos aeropuertos, posta 10 mil kilómetros y una carta. No dejaste
más. Quizás si. Una frase típicamente tuya, un mapa dibujado a lápiz, borrado y repasado, para
buscar a tu vecina y recoger tus “pertenencias”. Si, pertenencias, lo escribiste así. ¿A qué, a
dónde, a quién pertenecemos? Mientras recorro ese laberinto de calles pienso que no fuiste
n a d a o r i g i n a l p a r a e l e g i r t u d i r e c c i ó n.
-”Vivo en la Plaza Julio Cortázar esquina Garceta, medio cerca ¿viste?”. No, no se parecen
en nada esta plaza y la otra. O si: todo es asfalto. Compro maní* en una esquina, no por hambre
sino por costumbre. Le pregunto al chino que lleva el negocio por el antiguo depósito de agua
La Chulapa o si la cárcel está cerca. “¿Cuál de todas, la de uno mismo?” podría responderme.
P e r o n o d i c e n a d a.
-”Buscá a Manuela, en el 1ro B. Ella tiene mis cosas. Llevate todo. Se lo queda a Chindas, le
hace compañía”. Ahí caigo en tus 20 años de distancia que no se explican. Así comienza todo.
- c a c h u a t e
Claudia Acuña N.CUÉNTAME LA HISTORIA
El agente inmobiliario me respondió sin dar impor-
tancia a lo dicho:
—Creo que fue la sede del Ayuntamiento, cuando Ca-
rabanchel era un pueblo. ¿Te imaginas?
Recorrí con la mirada la plaza y supe que había lle-
gado a la meta. Mis raíces agarrarían en estas tierras.Merche.