POESÍA SOCIAL
(Antología 1939 - 1968)
LEOPOLDO DE LUIS
Alfaguara, 2ª edición, 1969
De puño y letra de Leopoldo de Luis
me llegan estos versos y poética
de hombres y mujeres
que me abrieron, ya entonces, su palma de la mano.
Necesidad de poesía, necesidad de sentimientos.
Poesía que respira por la herida,
poesía de postguerra,
como si la guerra hubiera terminado un día.
Poesía no caduca, de calidad, sincera,
testimonio, queja, rebeldía, denuncia,
poesía humana sin medida.
Desde Ángela Figuera a Manuel Vázquez
Montalbán,
individual y unida, sin culpa,
que pide explicaciones y que mira,
que no quiere que le tapen la boca,
que oficia con los obreros, con las familias,
que quiere decir lo que dice,
que habla de nosotros, en nosotros y por nosotros,
como Gabriel Celaya diría,
todos a una, pasa y sigue,
“ser poeta no es decirse a sí mismo”,
es dar lágrimas y palabras, también sonrisas,
no hace milagros, proclama la esperanza, pide la
paz,
busca la libertad y defiende la vida.
No vale, es inútil, resulta difícil,
“con el cielo tan lejos”,
no darse cuenta de la gente,
de que “todavía está todo todavía”,
de que el poema es hambre,
es canción de cuna,
es reportaje aunque no sea noticia,
es requiem y elegía,
y aunque se escriba,
no se dice a nadie que “estuve a punto de llorar”,
y es José Hierro quien me mira.
Poesía social, contemporánea,
“palabra sobre palabra”,
baladas donde nada es lo mismo
y “mañana es un mar hondo que hay que cruzar a
nado”.
Ellos, los poetas,
suspiran, gritan, patalean,
pero no se enfrentan con nadie
ni quieren, tampoco, poner la otra mejilla.
Hablan de amores prohibidos,
de héroes de pacotilla,
de sueños y pesadillas,
del trabajo, de miserias,
y con su voz íntima
seguirán, como don Quijote,
proclamando siempre la justicia.
Alberto Morate
28/06/21