Interior n47 issuu

(revistasoberaniaalimentariayRiHoK) #1
de la situación, lo que supondrá el colapso del sis-
tema, como ya sucede, por ejemplo, en la cuenca
del Guadalquivir o el Segura.
Por último, la contaminación difusa prove-
niente de abonos inorgánicos, pesticidas, arrastre
de salinidad y vertido de purines procedentes de
macrogranjas es, junto a los vertidos urbanos e
industriales, la principal fuente de degradación
de la calidad del agua. Por ejemplo, con los nuevos
criterios para la declaración de Zona Vunerables
a Nitratos (aquellas que vierten a aguas super-
ficiales o subterráneas con concentraciones de
nitratos por encima de 25 mg/l y 37,5 mg/l respec-
tivamente), aproximadamente la mitad del terri-
torio español peninsular estará afectado.

Regadíos y seguridad alimentaria
Los portavoces de la política, la administración,
la agroindustria y las poderosas asociaciones de
comunidades de regantes, no solo justifican los
impactos anteriores, sino que alientan una mayor
intensificación y la ampliación del regadío, bajo el
argumento de la necesidad de producir alimentos
para la seguridad alimentaria, colocándonos en
una falsa disyuntiva chantajista entre aceptar la
degradación y desaparición de los ecosistemas
acuáticos o perecer de hambre.
Sin embargo, nuestra actividad agropecuaria
hace tiempo que sobrepasó el umbral de la segu-
ridad alimentaria, con unas exportaciones de más
de 60.000 millones de euros anuales y un balance
exportador neto de 19.000 millones de euros en


  1. En algunos sectores y regiones, la produc-
    ción se dedica a la exportación en más de un 75 %,
    entre los que destacan los casos de hortícolas bajo
    plástico, aceite de oliva, alfalfa o ganado porcino.
    Por otra parte, una importante proporción de
    los cultivos, tanto en secano como en regadío, no
    se destinan a la alimentación humana directa,
    sino a piensos para ganadería intensiva. Mientras


que la ganadería extensiva aprovecha pastos y
rastrojos que no entran en competencia con la
alimentación humana, la sobredimensionada
ganadería industrial consume enormes cantida-
des de piensos elaborados con valiosos cultivos,
agua y tierras que podrían ser empleadas en la
alimentación humana directamente, con mejor
rendimiento. Según la FAO, el 68 % de la produc-
ción de cereales en la Unión Europea tiene por
objeto la alimentación animal, el 78 % en el caso
de España, principalmente para porcino y avicul-
tura industrial.
Pretender justificar el agotamiento de los recur-
sos de agua y tierra en función de necesidades
alimentarias no es admisible habida cuenta de la
ineficiencia de la producción de calorías y proteí-
nas de los modelos agroalimentarios de los países
ricos, con enormes huellas energéticas e hídricas.
La huella energética de la producción de un ali-
mento es la cantidad de energía que se ha inver-
tido en su generación: combustible en el laboreo
agrícola, abonos, pesticidas, piensos, transporte,
electricidad, instalaciones de producción... La hue-
lla hídrica es la cantidad de agua consumida en
la generación del alimento, que puede provenir de
la precipitación natural (agua verde) o del aporte
artificial del regadío (agua azul).
Por último, el enorme desperdicio alimentario
aún hace más injustificable cualquier intento
de aumento de las presiones extractivas. En el
informe de WWF Driven to Waste se estima que se
pierden 1.200 millones de toneladas de alimentos
en las granjas, durante y después de la cosecha,
así como en su transporte y almacenamiento.
Esto equivale al 15,3 % del total de los alimentos
producidos a nivel mundial. En el mismo informe,
también se estima que la pérdida y el desperdicio
total de alimentos, al incluir otras fases como la
transformación y el consumo, supone un 40 % de
todos los alimentos producidos.
Queda claro, entonces, que resulta insostenible,
e innecesario, que territorios con climas áridos
—es decir, con bajos niveles de precipitación y
altas temperaturas—, muchas veces con suelos
degradados y poco contenido orgánico, pretendan
ser potencias agrícolas «que alimentan al mundo»
a base de suministrar artificialmente costosos
insumos energéticos y consumiendo ingentes can-
tidades de agua artificialmente aportada y secues-
trada de una frágil biosfera que depende crítica-
mente de ella. La escasez de agua se ha querido
superar a gran escala mediante la financiación

El regadío no solo usa


agua en gran cantidad,


sino que la que usa,


la consume en gran


proporción.


Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y culturas #


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