Interior n47 issuu

(revistasoberaniaalimentariayRiHoK) #1

Editorial


C


uando pensábamos en este número era casi
mayo y no llovía. En el campo, hablar del
tiempo era hablar del agua.
Debatiendo en el comité editorial sobre el tema
y sobre cómo enfocarlo, Leti, que es hortelana en
la sierra de Grazalema, explicaba sus conversa-
ciones con los agricultores de toda la vida, los que
resisten allí, sobre la preocupación de qué hacer
sin agua. Algunos decían que tendrían que irse
(refugiados climáticos de la península ibérica).
«Aquí todo el mundo sabe que de Arcos a Jerez, en
las zonas bajas, hay zonas de regadío inmensas
que gastan mucha agua y que, en parte, ese es el
motivo de que haya cada vez menos agua donde
más llueve, en la sierra. Es fácil deducir que toda
esa agua se está yendo a lugares muy alejados
porque es para cultivos de exportación y no queda
para alimentar a la gente de aquí», contaba Leti.
La falta de agua y su consumo está haciendo muy

fácil explicar lo que significa soberanía alimenta-
ria a la gente del campo, tanto a jóvenes como a
mayores, tanto de izquierdas como de derechas.
Ahora, unos meses después, en muchos sitios
ha llovido; pero, aun así, como dice Omar en su
artículo, hay que convertir el agua (o su escasez)
en el desencadenante de cambios. El sistema
agroindustrial no puede seguir funcionando como
hasta ahora, ya que es demandante de más agua
de la que se dispone y sobre todo de la que se dis-
pondrá. Los proyectos agroecológicos, aun siendo
más resilientes, aun habiendo establecido, como
Leti, un vínculo fuerte con las personas a las que
abastecen, no pueden subsistir sin agua. ¿Cómo
puede ser que quienes viven de la tierra tengan
que aceptar que la poca agua disponible se prio-
rice para regar intereses especulativos?
Las administraciones, de un signo o de otro,
siguen estancadas en los viejos paradigmas

La gran


preocupación


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