Interior n47 issuu

(revistasoberaniaalimentariayRiHoK) #1

Asociación Ábrego


lleva a cabo el trabajo que llevaría días realizar
sin ayuda. ¡Se convoca una primera huebra en
Villasur de Herreros!
Tanteamos la posibilidad de diseñar un pro-
yecto que materialice la red de productores,
mejore la comercialización y distribución, y
ponga en marcha una fuerte campaña de sensi-
bilización al consumidor y reivindicación de la
producción local.
Durante los próximos meses vamos a traba-
jar también en la cohesión del grupo. Haremos
reuniones periódicas para mantener el contacto
e ir dando forma a una red de productoras y
productores cada vez más coordinada y fijamos
para noviembre la organización de un segundo
foro. Creamos también un canal de Telegram para
comunicarnos de forma efectiva.
Han sido dos días muy intensos y productivos.
La motivación, la frustración, el entusiasmo y la
desazón se intercalaban según momentos; sin
embargo, las sensaciones finales generales fueron
de una necesidad imperiosa de seguir generando
encuentros de este tipo.


Comida, música y futbolines
Los tiempos reservados para la juntanza y el
esparcimiento, como por ejemplo las horas de las
comidas y cenas, fueron tan importantes como
las sesiones de trabajo. El sábado comimos en una
especie de lonja con mesas corridas ricas viandas
preparadas por el equipo de Ábrego con productos
ecológicos de producción local adquiridos en El
Granero. También muchas de las personas pro-
ductoras asistentes nos deleitaron con muestras
de sus productos, como vinos, repostería artesana,
quesos o frutos secos. Especialmente el vino, sin
desmerecer el resto de productos, fue recibido con


gran entusiasmo. Las risas y las conversaciones
interesantes se entremezclaban con los aro-
mas del puchero de alubias. No se vio en ningún
momento el más mínimo atisbo de rivalidad o
competencia entre productoras del mismo gre-
mio, sino todo lo contrario; compañerismo, apoyo
mutuo, consejos y desahogos fluían por doquier.
Algunas personas compartimos también la noche
en un albergue. A alguno hubo que recordarle
que al día siguiente había que madrugar por-
que hacía tiempo que no se sentía tan animado,
jugando al futbolín con compañeros del gremio
de varias generaciones posteriores. La interge-
neracionalidad del grupo aportó el aprendizaje
mutuo, el orgullo y respeto con el que la juventud
escuchaba a las más experimentadas canas, pero
también el descanso y tranquilidad que quedaba
en las viejas glorias al saber que un relevo tan
implicado continuaba con los trabajos agrícolas
que empezaron sus abuelos, pero también con sus
sueños y «peleas».
La comida del domingo puso un broche final
maravilloso a las jornadas. Fuimos a un restau-
rante de Poza, donde su dueña, afanosa y diver-
tida, ella solita nos dio de comer y beber a 30
personas al tiempo que nos tocaba canciones al
saxofón y, alentada por los asistentes, empezó
a sacar instrumentos de un almacén que fue
repartiendo entre aquellos y aquellas comensales
que sabían algo (o nada) de música. Enseguida
se montó una banda improvisada que lo mismo
tocaba un pasodoble que una de Los Suaves. La
música hasta el último momento, igual que en el
Titanic, seguía sonando mientras los participan-
tes poco a poco se iban despidiendo con abra-
zos de viejos y nuevos conocidos y el I Foro de
Agroecología y producción local se iba dilu-
yendo para pasar a formar parte del recuerdo
y de las actas e informes que se elaborarían
posteriormente.
Pero esto no acababa aquí y todos lo sabía-
mos, por eso nos fuimos con una sonrisa y con
la certeza de que nos volveríamos a ver pronto.
Quizás en un mercado, en próximas jornadas
colectivas o en alguna huebra en algún pueblo
de la provincia.

Las risas y las


conversaciones


interesantes se


entremezclaban


con los aromas


del puchero de


alubias.


Visitas de campo


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