Interior n47 issuu

(revistasoberaniaalimentariayRiHoK) #1

rompen con el principio de propiedad privada y
familia nuclear, permiten el autoabastecimiento,
tienen un impacto positivo en sus territorios,
fomentan nuevas formas de agricultura y sostie-
nen las vidas de quienes trabajan en el campo con
economías colectivas. A la vez, en una dimensión
más espiritual y social, estos modos de vida ale-
jados del aislamiento y en contacto con los ciclos
de la naturaleza nos conectan con esta fuerza y
sentido profundo de pertenencia que parecía que
estaba perdido en nuestra sociedad líquida.
Algunas de estas comunidades nos hemos orga-
nizado para ensanchar el modelo y hemos consti-
tuido la Fundación Emprius. Defendemos la rurali-
dad y el comunalismo como el marco desde donde
organizar y repensar el modelo de producción y
desde donde crear estructuras e infraestructuras
que sostengan la vida. Creemos, por nuestras expe-
riencias vivenciales como comunidades de vida,
que estas apuestas son mucho más potentes si las
hacemos en comunidad y que tener comunidades
vivas en el territorio rural es clave.
Las diferentes comunidades que impulsamos
Emprius creemos que necesitamos estar orga-
nizadas. Vemos en el ámbito rural, desde una
perspectiva táctica, el entorno donde se pueden
tejer unas resistencias más sólidas contra los
embates de este capitalismo tardío. Por un lado,
porque es en la proximidad con el campo desde
donde podemos construir espacios de autoabas-
tecimiento y soberanía. Por otro, porque la pro-
puesta de nuevo mundo que llevamos estará
más descentralizada y más conectada con la
tierra y la naturaleza, y esto es difícil de recupe-
rar ahora mismo en la ciudad.


Reconstruir el comunal
El comunal fue una fórmula organizativa muy
extendida en la edad media en Europa y Catalunya
cuenta con un pasado rico en fórmulas comunales
que permitían cosas muy diversas: la gestión del
bosque de un pueblo por las familias que lo habi-
taban (para pastorear el ganado, conseguir leña...),
la gestión y la construcción de infraestructura
comunitaria o el «dret de rastoll»^1. Todos estos usos
permitían que las clases más modestas pudieran
abastecerse de materias primas y alimentos sin
necesidad de tener propiedad privada.
La constitución de estados, avalistas del capital,
sirvió para ir desmantelando a lo largo de los siglos
toda esta serie de usos comunales y desposeer a
las clases bajas de la capacidad para gestionar su
entorno y garantizarse lo básico para la vida.
Podemos ver cómo la gestión desde la base
no es, pues, una utopía irrealizable, sino, muy al
contrario, una forma de funcionamiento que ha
organizado a las sociedades rurales durante siglos,
reduciendo la pobreza y garantizando espacios
participativos que permitían a las vecinas decidir
cómo tenían que ser sus pueblos.

Los comunales en el siglo xxi
Y ¿qué quiere decir comunal en el siglo xxi?
En Emprius utilizamos el término comunal para
referirnos tanto a los recursos de custodia colec-
tiva como a las dinámicas, relaciones, formas de
organización y gobernanza que se establecen en


  1. Derecho a pastorear los animales en una tierra ajena después de la
    cosecha.


Primer encuentro de la comunidad Emprius en Irehom.
Foto: Fundació Emprius

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