Lu se acercó a él, luego lo abrazó y le dijo: tranquilo, yo no te
juzgo... Te aseguro que yo hubiese hecho lo mismo si alguien le hiciera
daño a mi hermano.
El hombro de Lu estaba húmedo por las lágrimas del pelirrojo,
aunque este no le dio mucha importancia, sino que se limitó a frotar el
cabello de Kun para intentar consolarlo. Lu sabía bien lo que significaba
perder a un ser querido. Todos estaban observando lo que ocurría sin saber
qué hacer. El ambiente se tornó tenso nuevamente.
Poco a poco, Kun iba soltando todo lo que guardaba dentro; este
gritaba desconsoladamente para depurar su mente. El hecho de haber
recordado a su hermana lo había alterado demasiado. Caluti y Magnus
miraban la escena con incertidumbre. Cuando cesaron sus gritos, hubo un
silencio liberador que duró unos segundos. Lucas seguía en estado de
shock, pero el joven volvió en sí y se acercó a Kun.
—¡T-Tranquilo, viejo! —El gemelo intentaba darle ánimo—. Lu y
yo seremos tu nueva familia. Nosotros nos cuidaremos entre los tres.
—¿En... verdad? —preguntó estando más calmado.
—¡Por supuesto! Todos cometemos errores. Ninguno de los que
estamos aquí es perfecto —respondió Lucas dándole unas palmadas en la
espalda.
—Nosotros te cuidaremos —agregó Lu con una sonrisa.
—Gracias Lu. —Kun se secó las lágrimas. De pronto comenzó a reír
—. En ti sí confío... pero no en el miedoso de tu hermano.
—¡Oye! ¿¡De qué estás hablando!? —reclamó Lucas fingiendo
indignación.
—Es que en verdad eres bastante miedoso para ser alguien tan
grande.
Los dos comenzaron a reír y a empujarse entre sí. Lu veía con gracia
cómo ellos simulaban una pelea revolcándose en el suelo.
—Me alegra que ahora todo esté en orden —dijo Magnus a Caluti.
—Así es. —El magnate se acercó a Lucas y Kun. Estos se
levantaron del suelo—. Quiero pedirte una disculpa, muchacho.
Él extendió su mano. Kun estaba parado en frente, mirándolo
seriamente.