Los soldados, que permanecían en silencio, miraban a Lucas con
cierta envidia; se percataron de que su traje era mucho mejor que los suyos.
—¿Y ustedes que esperan? —Caluti acercó dos pulseras para Kun y
Lu—. Pruébenselas.
Ambos las tomaron, se colocaron, y después de activarlas, quedaron
igual de sorprendidos que Lucas. Los tres miraban sus cuerpos con
asombro.
—Atención, quiero decirles algo muy importante. —Caluti estaba
parado frente a ellos con el rostro mucho más serio—. Yo pensé que
entendía a Kun. Pensé que él era igual a mí, pero estaba equivocado.
Aunque el hecho de vengarse del asesino de su hermana lo satisfizo
momentáneamente, eso no logró que sanara en su interior.
››Hoy me percaté de que Kun es más humano de lo que supuse. No
es una máquina como creí, y ustedes dos tampoco lo son... Tienen
sentimientos que debo respetar.
Kun lo miraba con la misma seriedad que la de Lucas y Lu. Caluti
continuó hablando.
—Al principio planeé usarlos por muchos años, mientras reformaba
esta nación, pero ahora creo que lo mejor será liberarlos después de esta
misión.
—¿En verdad? ¡¿Nos liberará?! —preguntó Lucas emocionado.
—Sí, lo prometo.
—¡Genial! ¡Ahora podremos vivir en la superficie! ¡Nuevamente
saldremos! —exclamaba Lucas mientras que Lu miraba a Caluti por el
rabillo del ojo.
—¿Cómo? ¿Ustedes nunca han salido afuera? —preguntó Kun
confundido.
—No, aún no —dijo Lu secamente mirando enojado al magnate.
—Como sea, desde mañana sus vidas cambiarán. —Caluti desvió
rápidamente el tema de la conversación—. Por eso les pediré que colaboren
conmigo. Es de vital importancia que todo salga de acuerdo al plan.
››Sé que las armas que ustedes ven en la mesa están prohibidas, pero
son mucho más efectivas que las pistolas de plasma utilizadas por los
policías y militares del exterior.