imágenes de las distintas cámaras de seguridad de la isla. Frente a la
enorme pantalla reposaba un sillón negro con un hombre sentado en él.
El sujeto estaba de espaldas, mirando atentamente las imágenes. Al
lado del hombre había una pequeña mesa, con una botella de vino encima, y
un tablero de juegos del tipo estratégico.
—Raxán bueno para nada... Ya lo traje —dijo Esmeralda.
—Justo a tiempo... —El sujeto tenía una copa de vino en la mano—.
Buen trabajo, niña. Eres más efectiva de lo que fue tu madre.
—No menciones a esa perra.
—Bueno. Bueno. Lo siento —dijo entre risas.
El hombre volteó el sillón giratorio. Tenía un saco extravagante de
color bordó, y pantalones rectos del mismo tono. Llevaba un parche negro
en su ojo izquierdo. Su barba y bigote eran dorados al igual que su cabello.