EUMARIA

(AV) #1

paso; hombres, mujeres y niños. Debían asesinar absolutamente a toda
persona que no tuviera los ojos negros o marrones.


Los pigmentados, con el fin de proteger a sus hijos y a sus mujeres,
también decidieron formar su ejército, aunque este no era comparable en
cantidad, en preparación de combate, ni mucho menos en el armamento
bélico, con los de las regiones del suroeste y sudeste. Los del norte pudieron
resistir por cinco años; ganaron algunas batallas y perdieron otras, pero los
muertos iban en aumento; sus mujeres eran violadas por los soldados de las
tropas enemigas, y los niños eran asesinados sin piedad. La brutalidad de
los normales llegó a tal punto, que inclusive tomaban a las embarazadas y
abrían sus vientres sin compasión; sus fetos eran expulsados al exterior y se
esparcían junto con sus vísceras. Las sanguinarias tropas colgaban a las
mujeres en postes, y mientras ellas aún seguían con vida, las sometían a
toda clase de torturas y les cortaban sus senos.


Los soldados del sur cometieron esas atrocidades alimentados por
un odio irracional. Ellos no tuvieron ni una pizca de misericordia, pero
irónicamente recibían las bendiciones de los religiosos xanderianos, quienes
se escudaban con el argumento de que esa masacre era la voluntad de su
dios de amor.


En esas batallas, los Orains fueron los únicos que hicieron la
diferencia para aplacar a los sanguinarios soldados sureños. Sus tres metros
de altura, y sus escamosas pieles naranjas, detuvieron por un tiempo el
avance de los normales. Estos colosos, con solo uno de sus golpes podían
derribar a veinte soldados enemigos, que, al ser alcanzados por sus potentes
puños, salían disparados con la fuerza del impacto. Los Orains, ya cansados
de tanto pelear, y con las pocas fuerzas que les quedaban, decidieron huir al
centro de Eumaria; en Astoriu. Esos gigantes se percataron de que eran en
vano sus esfuerzos, al entender que sus adversarios los superaban en
número. Por esa razón determinaron establecerse en esa inmensa región
boscosa. Ellos juraron que jamás volverían a tener contacto con el resto de
los eumarios. Fue así que la retirada de los colosos marcó el fin de la
guerra. Los Orains creían que los verdaderos monstruos eran los que se
hacían llamar Normales, pues su monstruosidad no se veía reflejada en sus
apariencias, sino en sus acciones. Por ese motivo edificaron un muro
gigante alrededor de Astoriu, construido durante cincuenta años. Ellos

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