››Tuvimos ese inconveniente hasta que eventualmente conocimos a
cuatro parejas. Con ellas pudimos estrechar una buena amistad, así que les
revelamos el trasfondo histórico de Eumaria y los oscuros cimientos sobre
los que esta nación fue construida. Estas personas decidieron unirse
voluntariamente al proyecto porque querían cambiar muchas cosas que
estaban mal en el país, y también deseaban vengar a sus antepasados.
››Esas parejas eran los padres de Esmeralda, de Morgan, y de los
otros tres chicos. Por dos largos años estuvimos tratándolos con químicos,
hasta que Francisco concluyó que ellos no podrían desarrollar un nuevo
cromosoma, sino que este se generaría en sus descendientes.
››Aunque él especificó que solamente uno de los hijos los heredaría.
Lo peor de todo sería la manera de descubrirlo, pues el único modo de
saberlo... consistiría en infringirles heridas físicas.
Samuel miró a Esmeralda y recordó las cicatrices que ella le había
mostrado. Aquellas marcas en su espalda fueron causadas por las constantes
torturas que recibió en su niñez. Sam comprendió que su dura infancia se
debió a la búsqueda del enigmático cromosoma número noventa y dos.
Entendió que sus padres querían saber si ella o sus hermanos lo
habían desarrollado. Incluso así, eso no los justificaba, él estaba seguro que
eso era demasiado cruel, pues creía firmemente que nadie merecía sufrir de
esa manera. Además, él no entendía cómo un padre sería capaz de sacrificar
a sus propios hijos por el bien de la humanidad. Boldort continuó hablando.
—Descubrir eso nos desmotivó. Nos desilusionó saber que no
seríamos nosotros quienes pusiéramos en marcha la revolución, sino que
serían nuestros hijos. Aun así, decidimos proseguir.
››Ya llevábamos tres años. Nuestro personal iba creciendo y nos
fuimos actualizando. Eso gracias a la financiación de varios empresarios,
quienes pensaban que la farmacéutica y la fábrica traerían grandes
ganancias a sus bolsillos. Obviamente esas personas no sabían que eran
cuarteles secretos. Yo tenía 25 años y Francisco 24.
››Todo marchaba bien... hasta que ella apareció. Era una hermosa
joven llamada Suria, la única en su clase, no existía nadie más como ella;
pues era una mujer con pigmentación purpura. ¡Nunca supimos de dónde
salió semejante belleza!