—Señor Boldort... ¿Q-Qué fue ese hecho tan grave que produjo
tanto odio en ustedes? ¿Cuál fue esa información prohibida que causó la
muerte de su abuelo? —preguntaba Samuel en busca de respuestas.
El Raxán seguía dándoles la espalda. Este inclinó un poco la cabeza,
mirándolos por el rabillo del ojo, luego, juntando sus manos hacia atrás,
miró de nuevo al frente. En ese momento suspiró profundamente, y
preguntó: chicos... ¿ven el escudo de Eumaria en el centro de la pantalla?
—Sí —respondieron los tres.
—Y... ¿Qué es lo que ven? ¿Cuáles son las palabras que están
escritas en él?
—Verdad y Paz —dijo Samuel sin dudar.
—Esa es una mentira —expresó Boldort secamente.
—¿Q-Qué? No lo entiendo —Dudaba Sam.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Morgan sin rodeos.
—Lo que les estoy a punto de relatar... cambiará su forma de ver las
cosas. Ni siquiera Esmeralda conoce esta historia. ¿Están listos?
Samuel nuevamente tragó saliva. Morgan y Esmeralda no se
inmutaron ante esas palabras, solo tenían la mirada fría.
Boldort les contó todo; mencionó el racismo, la discriminación
hacia los pigmentados, su posterior distribución por regiones, les habló de
la envidia y del ataque a sus cosechas. Relató sobre el perdón de los del
noroeste a los del sur. Les contó acerca de la gran hambruna. Mencionó
también a los distintos grupos que se formaron; citó a los pigmentados, a
los normales, a los xanderianos, y describió también a los gigantes Orains.
Finalmente relató la injusta y sangrienta guerra de la hambruna y sus
hechos posteriores; les contó acerca de la unión de las jóvenes pigmentadas
con los Raxanes y la censura en los libros de historia. Los chicos cambiaron
completamente sus expresiones.
Hmmm. Tienen las mismas miradas que sus padres tuvieron cuando
se enteraron de esta historia, parece que el ciclo se vuelve a repetir, pensó
Boldort.
Quedaron en silencio por varios minutos. Les costaba digerir toda
esa información. De repente la pulsera de Esmeralda sonó; era Magnus.
—Hola.