EUMARIA

(AV) #1

cuerpo, el cual estaba ensangrentado y lleno de moretones. Él, mirando en
dirección a los arbustos, dibujó una sonrisa como si supiera que los niños lo
observaban. El sujeto quería que ellos no se preocuparan, y que creyeran
que todo estaría bien.


—¿De qué se ríe ese traidor? —dijo enojado uno de los soldados
que se encontraba frente a la cueva. Luego de eso, añadió—: ¿Por qué mira
hacia nosotros?


—¡Qué asco! —expresó el que estaba al lado, escupiendo en el
suelo.


Calius había guardado silencio todo ese tiempo, hasta que escuchó
la orden del capitán.


—¡Arránquenle los ojos!
Loria y Baliat se horrorizaron al oír eso. Ambos escuchaban a su
padre clamar de dolor mientras le desprendían los ojos de sus cavidades.


—¡No! ¡Pa...! —Intentó gritar Baliat. Pero Loria le tapó la boca,
callándolo rápidamente.


—¿Eh? ¿Escuchaste algo? —preguntó el soldado mirando hacia los
arbustos.


—Mmmm no. Seguramente fue un roedor —respondió su
compañero.


El militar se acercó lentamente hacia la cueva, sin quedar muy
convencido. Este extendió su mano con curiosidad ante la aterrada mirada
de ambos niños, quienes intentaban guardar silencio con todas sus fuerzas.
Los dos lloraban sin hacer ruido. Cuando ya estaba frente al arbusto, el
soldado tocó las hojas con sus dedos para ver qué había del otro lado.


—¡Ciegos!... —Escucharon todos de repente. Calius era el que les
gritaba. Este continuó exclamando—. ¡Quizás yo no tenga ojos! ¡Pero
ustedes son los verdaderos ciegos!


El militar volteó asqueado al oír esas palabras, y entonces regresó a
su puesto dejando atrás el arbusto. Todos lo abucheaban y le lanzaban
piedras al padre. Uno de los xanderianos le replicó.


—¡No!... ¡Tú eres el que quedará ciego por tu gran pecado!
¡Robaste a nuestros soldados! ¡Y esa es una gran ofensa contra la nación y

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