—Para casos como esos hay métodos alternativos a la prisión... —
dijo Boldort llevando la mano a su barbilla. Luego, mirando a Esmeralda,
agregó—: Como por ejemplo... el hospital psiquiátrico.
El Raxán sonrió al decir eso, pero Esmeralda seguía seria.
—Eso lo tengo claro, viejo estúpido, pero mi duda no pasa por lo
jurídico o institucional, más bien me refiero al ámbito social; ¿Cómo se
comportarán las personas si eso llegase a ocurrir?
››Nuestra identidad es mucho más que nuestro cuerpo físico, es más
que nuestros nombres o nuestra procedencia; es un conjunto de rasgos que
definen todo nuestro ser.
››Sin embargo, si una de esas cosas fundamentales faltara o fuera
alterada, ¿entonces qué es lo que nos hace ser quienes realmente somos?
¡Carajos! ¡Estos temas me tienen bastante intrigada!... Son cosas que ni
siquiera yo las puedo descifrar.
—Entiendo, todo es muy complejo —expresó Boldort un poco más
serio. Luego, ignorando las dudas que ella tenía, añadió—: Caluti
posiblemente busca una revolución, y con ella, un digno sucesor; pero yo
me pregunto cuál es el modelo que quiere implementar...
››¿Una democracia?, ¿una dictadura?, ¿o una monarquía? Niña, es
una lástima que no te guste la política... Tal vez él quería que tú fueras la
sucesora, porque eres perfecta para gobernar, ya que sabes manipular a la
gente.
—Yo solamente quiero vengar la muerte de mis hermanos. No me
interesan las vidas de otras personas —respondió Esmeralda con la mirada
fría.
Boldort la miró por el rabillo del ojo.
Eso no fue lo que le dijiste a Sam ayer, cuando estuve espiando su
conversación, pensó el hombre, quien inmediatamente volvió a fijar la vista
hacia las pantallas. Entonces, observando a los chicos, preguntó: ¿en verdad
no te importa nadie? Ese chico llamado Samuel parece un buen muchacho.
Ella se sonrojó al escuchar su nombre. Boldort lo notó y sonrió,
pero no pudo contenerse, entonces inmediatamente comenzó a reír bastante
fuerte.