A su amigo no le hizo gracia esa respuesta; él seguía teniendo el
rostro serio en tanto se le erizaba la piel.
—No. Yo me refiero a... si crees que es linda.
—¿Linda? Hmmm... —Morgan llevó una mano a su mentón y miró
al techo, pensativo—. La primera vez que la vi me quedé bastante
impresionado por su belleza, pero a...
—¡Ella te gusta! ¡¿verdad?! —Lo interrumpió Samuel en seco.
—¿Qué? —preguntó impresionado.
—¡Ahora que recuerdas todo, ustedes se hicieron más cercanos! —
El chico golpeó la taza y desparramó el café por la mesa—. ¡Me harán a un
lado como todos siempre lo hacen!
Morgan se sorprendió aún más.
—¿De qué estás hablando, Sam? Ayer ella y yo casi nos matamos,
de hecho, le he dejado una marca en el cuello... ¿Qué clase de pareja
demuestra su amor en base a golpes?
—¡No lo sé! —Samuel se puso de pie y le dio la espalda, alejándose
de la mesa. Se notaba bastante alterado—. ¡Pero seguramente hay parejas
así!
Morgan también se levantó. Él por fin entendió lo que estaba
ocurriendo. Entonces cambió su expresión, y dijo seriamente: Abigail.
Al escuchar eso, Samuel dejó de fruncir el ceño. Este volteó y lo
miró confundido.
—¿Abigail? ¿Quién es ella?
—Anoche, mientras recuperaba mis recuerdos, tuve un sueño. Yo
estaba caminando con una joven, ella era mi novia. Habíamos salido por un
año cuando todavía vivía en Limaria.
››Sí, ambos éramos limarios. Se llamaba Abigail y tenía la misma
pigmentación que yo. Realmente no sé si sigue viva. Yo... no sé nada de
ella.
Morgan se acercó a él con una sonrisa y colocó una mano sobre su
hombro. Samuel agachó la cabeza, avergonzado por haberse comportado de
esa manera.