—Lo siento, Sam... No sabía que veías a Esmeralda de esa manera.
¡Nunca me lo imaginé! Pero ¿No es demasiado rápido? Solo la conociste
ayer. ¡Bueno!... ¡No importa!
››Cuando se trata del amor no soy muy intuitivo, ¡y tranquilo! Yo no
siento ese tipo de cosas por nadie ¡Y mucho menos por ella! De hecho, ni
siquiera sé si la considero mi amiga.
Samuel estaba realmente apenado y cabizbajo por la vergüenza que
sentía; sabía que se comportó como un niño.
—No, Morgan. Yo soy el que debería disculparse. Mis celos me
hicieron actuar de forma egoísta. Incluso si se diera el caso de que ustedes
quieran estar juntos... yo debería aceptarlo. Después de todo... eres mi
mejor amigo.
—Gracias, Sam. Yo también te considero mi mejor amigo. A decir
verdad, eres el único amigo que tengo.
Morgan le extendió el brazo esperando recibir un apretón. Samuel
levantó la vista y lo miró a los ojos. Ambos sonrieron, se estrecharon las
manos y se abrazaron. De esa manera olvidaron el malentendido, pero
Esmeralda abrió la puerta súbitamente.
—¡Chicos! ¡Tenemos problemas! —Ambos quedaron
impresionados por el traje sensual de color verde que llevaba puesto.
Samuel incluso se sonrojó y tragó saliva—. ¡Vayan rápido a la sala de
control!... ¡Les esperaremos allí!
—¿Qué ocurrió? —preguntó Morgan con el rostro serio.
—Caluti tiene a uno de los colosos de Astoriu.
—¿¡Qué demonios!? —Sam estaba estupefacto—. ¿¡Esas cosas en
verdad existen!?
El limario cambió completamente su expresión. La chica volvió a
salir hacia los pasillos, e inmediatamente entraron las robots Lara y Sully.
Una limpiaba el café de la mesa y la otra les extendió dos trajes. Ellos
escucharon una orden desde un parlante que estaba instalado en Sully.
—Muchachos, colóquense esos trajes especiales. El blanco es para
Morgan y el negro es para Sam. ¡Háganlo rápido! ¡Los quiero ver aquí en la
sala de operaciones en cinco minutos! ¡De prisa!