—Doctor Magnus. —El magnate se terminó de colocar la peluca
mientras Návila abría la puerta de la furgoneta—. Usted quédese aquí. Yo
iré a la reunión... ¡Hoy haremos historia!
—A tu orden, Francis. Cuídate —dijo el canoso con cierta
preocupación.
Bajaron del vehículo, se mezclaron entre la gente, y al poco tiempo
llegaron hasta la entrada del edificio. Los guardias lo saludaron como si lo
conocieran, luego ambos se acercaron a la recepción, y una mujer les dio la
bienvenida.
—Muy buenos días, señor Ernest. Lo están esperando en la sala de
reunión. Por favor, tomen aquel ascensor de la izquierda.
La recepcionista extendió la mano en dirección a los elevadores.
—Muchas gracias —dijo Návila amablemente.
—Al contrario, gracias a ustedes por venir. Que disfruten de su
estadía.
Una vez dentro, Caluti reportó: chicos, ya estoy en camino. Lu,
¿quiénes se encuentran en la asamblea?
—Señor, la reunión está a punto de empezar. La mayoría ya ha
llegado. Suman un total de catorce asientos. El emperador Dorgan se
encuentra al extremo de la mesa.
››En el otro extremo está sentada la anfitriona Celia, y cerca de
Dorgan Raxán hay dos sillas vacías; una a su derecha y otra a su izquierda.
El resto de los asientos están ocupados, con los once gobernantes sentados
en ellos. Cambio y fuera.
Al oír eso, el magnate pensó.
Hmmm, como creí; me sentaré a la izquierda del emperador, y ese
traidor se sentará a su derecha. Es bastante propicio que ambos estén cerca
de mí, pero... ¿por qué la sabandija de Boldort todavía no ha llegado?
El salón de reunión tenía las mismas proporciones que la oficina de
Boldort. También contaba con una inmensa ventana, y sus paredes eran de
color blanco. El suelo no tenía alfombra, sin embargo, en el piso relucían
ensambladas unas piezas de madera fina que brillaban de lo relucientes que
estaban. Lucas juntó ambas manos y comenzó a dar pequeños golpes