—¡Ufff! ¡Esto apesta!... ¡Definitivamente nos merecemos una
ducha! —decía Lucas entre suspiros. Este codeó a Kun, y añadió—:
Aunque fue una buena idea por parte de Lu que hayamos desactivado
nuestros trajes antes de ingresar a la oficina.
››¡Yo no tenía idea de que la sangre se esparciría una vez que se
volvieran a convertir en pulseras! ¡Conque a esto se refería Magnus con
“impermeabilidad”!
El pelirrojo estaba sentado al lado, con su ropa de instalador de aires
acondicionados. El joven escuchaba con seriedad al gemelo, quien seguía
hablando aparentemente despreocupado.
—¡Gracias a eso tengo este elegante traje intacto!... ¡Incluso los
uniformes con los que tú y Lu se infiltraron están bastante limpios!
A kun no parecía importarle lo que Lucas le decía. El chico de
Carmesí estaba muy enojado consigo mismo. Este tenía las manos juntas y
los dedos entrelazados, mientras apoyaba los codos sobre sus rodillas con el
ceño fruncido.
—Oye, amigo!... ¡Anímate! —Lucas apoyó la mano sobre la espalda
del pelirrojo—. ¡A mi Lu ya se le ocurrirá algo! ¡No todo está perdido!
¡Además!... ¿Sabes qué es lo mejor de haber sobrevivido?
—No lo sé, ¿tal vez... que todavía podemos matar a Caluti?
—¡No! ¡La buena noticia es que no moriremos vírgenes!
—¡E-Eres un idiota! —respondió Kun con la cara roja de vergüenza.
Luego agregó—: Además... ¿Qué te hace creer que todavía soy virgen?
—Hmmm... ¡Eso es fácil de saber! —El gemelo llevó la mano a su
mentón mientras miraba al techo con los ojos pensativos—. Ninguna mujer
querría estar con un malhumorado como tú.
—¡Eres un!... —Kun finalmente se rindió al escuchar eso, entonces
suspiró mirando al suelo con una media sonrisa. Este desvió tímidamente la
mirada hacia Lu—. ¡Sí! ¡Al diablo! ¡Lo admito! Soy virgen.
—¡Lo sabía! ¡Tranquilo!... Mi hermano y yo también lo somos.
Lu los escuchaba a unos metros desde el estante de libros. Este
todavía llevaba puesto su uniforme de limpieza. De repente, un libro le
llamó la atención, el cual tenía como nombre: LA ÚLTIMA GUERRA