—¡Shhh!... ¡Silencio! ¡Está despertando! —ordenó el detective
Cleman a los demás.
Samuel estaba acostado en una cama. Este comenzó a abrir los ojos
poco a poco, y lo borroso del entorno se despejó lentamente, pudiendo ver a
todos con mayor nitidez. Ellos se encontraban en la fábrica de Boldort,
reunidos en la habitación donde habían pasado la noche antes del ataque a
la SCG. Ya transcurrieron dos días desde que él se había desvanecido en la
mansión. Esmeralda fue quien se encargó de cuidarlo en todo ese tiempo.
Ella, Lu, Belton, Cleman y Návila estaban alrededor suyo observándolo con
preocupación.
Casi todos poseían ropas nuevas; la chica llevaba una chaqueta
abierta de color negro, pantalones oscuros y botas negras. Debajo de la
chaqueta lucía una playera verde bastante corta que dejaba ver su ombligo.
Návila tenía una sudadera gris encapuchada, con pantalones y zapatos
oscuros. Lu, ya con el cabello atado, vestía una campera azul marino y unos
pantalones del mismo color, además de botas de cuero negras. Belton y
Cleman llevaban sus ropas habituales, sin embargo, tanto el uniforme
policial como el saco marrón, se hallaban completamente limpios.
Samuel tenía una remera blanca, con medias y pantalones grises. La
robot Sully fue quien se encargó de confeccionar todas esas prendas según
los gustos de cada uno, pero los agentes se mostraron reacios a utilizar sus
nuevos atuendos, ya que no confiaban en esa máquina desconocida y muy
avanzada.
—¿D-Dónde estoy?
Sam llevó la mano a su cabeza, denotando una leve molestia. Justo
en ese instante volvieron a su mente las imágenes de los muertos que había
observado en las calles, y recordó a los cadáveres de ancianos, enfermeros y
enfermeras del instituto. El chico se alteró y cayó de la cama al recordar
eso.
—¡Lujan! ¡Abuela!... ¡¡Tengo que encontrarlas!!
—¡Sam! ¡Cálmate!... —Le gritó Esmeralda mientras lo tomaba del
brazo intentando tranquilizarlo, pero Samuel no se detenía por nada. La
chica añadió—: ¡¡Sam, estás conmigo ahora!!
—¡Tranquilo, niño! ¡Ya no estamos en ese lugar!... ¡Hemos vuelto
con tus amigos! —Insistía el agente Belton, agarrándolo también desde