—Es que él siempre se descontrola cuando se enoja —comentó
Lucas mientras bebía un trago de agua.
—Oye, tú, pelirrojo. —Esmeralda lo miraba fríamente—. Deberías
aprender a canalizar tu ira.
Ella inmediatamente miró a Samuel por el rabillo del ojo, un poco
alegre de que el chico ya se encontrara mejor, aunque a la vez se sintió
celosa de que fueran las palabras de Morgan las que finalmente lo
animaran.
—¡Ya lo sé! ¡Pero! ¡¡¿Qué carajos importa ahora?!!... ¡Lo bueno es
que acabamos con todos esos hijos de puta! —protestó Kun.
Belton, Návila, Cleman y Lu, solamente guardaban silencio
mientras escuchaban la discusión.
—¡¡Y además!!... —El pelirrojo se acercó a Morgan y lo señaló
apoyando el dedo índice contra su pecho—. ¡¡Tú no me dirás a mí que esos
policías eran inocentes!!
››¡¡Todos los paronios eran conscientes de lo que se hacía en esa
cárcel!!... ¡¡¡Y ellos no hicieron nada para detenerlo!!!
El ambiente se tornó tenso y el grupo quedó congelado pensando
que empezaría otra pelea entre ambos, pero Morgan le argumentó de forma
serena.
—No todos, Kun... Los niños no tenían la culpa.
—¡¡Pero la vacuna se desarrolló precisamente para los niños!!...
¡¡Ellos son la causa principal de todo este desastre!! ¡¡Ya me cansé de esta
mierda!!
Después de decir eso, Kun escupió en el suelo cerca del pie del
limario.
—¡¡Ya me cansé de jugar al héroe con ustedes!!... ¡¡Iré a
ducharme!!
—¡Cabello de sangre! ¡Ven aquí! ¡Tú y yo no hemos terminado! —
exclamó Morgan mientras el chico se alejaba hacia los sanitarios.
—¡No me llames con ese maldito nombre!... ¡Es demasiado
estúpido! —contestó el pelirrojo desde la distancia.