Esas personas llevaban uniformes grises con la descripción LA UNIÓN en
sus espaldas; esta era una fracción que Morgan y los demás habían creado.
Lo hicieron luego de escapar de la vieja fábrica siete años atrás.
Al principio habían comenzado con solo cincuenta miembros, sin
embargo, ya para el año 526, eran más de 650.000 soldados activos, pues
durante esos siete largos años, LA UNIÓN había estado trabajando en
secreto y reclutando a más miembros, los cuales estaban conformados por
normales y pigmentados.
Esas personas se infiltraron por todas las regiones de Eumaria, y
trabajaron en diferentes sectores de la población. No había odio ni
discriminación entre ellos porque, según Morgan, su grupo no estaba
contaminado por los ideales racistas e insensatos de Caluti, ni por el rencor
insano y ciego de la sociedad.
A pesar de su particular manera de pensar, ellos no podían difundir
libremente esas ideas, por lo que tuvieron que fingir que corrían al ritmo de
esa población racista con tal de no ser descubiertos.
Los normales sufrieron mucho más debido a eso, pues la mayoría de
los miembros fueron exiliados a las minas y a otros lugares infernales, pero
ellos decidieron hacer ese sacrificio para acabar de una vez por todas con el
odio entre los eumarios.
—¡Muy bien, muchachos! ¡¡Quiero que limpien todo y saquen a este
vejestorio de aquí!! —ordenó Esmeralda luego de que Morgan haya
desaparecido entre la multitud.
FIDELIDAD
Dos días después, lograron atrapar a Návila y se la llevaron a la
oficina. Ella había vivido en compañía de un joven de diecisiete años. La
mujer llevaba un parche en el ojo y un brazo ortopédico, tenía más de
treinta años y estaba sentada en una silla de ruedas.
—Al fin te encuentro... —dijo Esmeralda caminando hacia ella con
una pistola de plasma en la mano. La emperatriz tenía una mirada asqueada,