—Mucho gusto, muchacho... —El sujeto le estrechó la mano
restándole importancia a la sangre de su ropa. Parecía estar acostumbrado a
ese tipo de cosas—. Quisiera hacerte algunas preguntas.
Morgan comenzó a temblar.
—¡Soy inocente!... ¡Yo no lo hice!
—Tranquilo, joven. No he venido aquí a acusarte.
—¿Entonces por qué vienen con un policía? —preguntó con miedo.
—Es simple protocolo. Lo cierto es que ahora eres el único
sospechoso, y no sería conveniente que te escaparas, por lo que el oficial
está aquí solo en caso de que te resistieras a colaborar.
Mientras el detective Cleman le explicaba la situación, se escuchó el
grito de una de las enfermeras.
—¡La perdimos! ¡Ha muerto!
—¡¿Quién?! —gritó el director yendo asustado a la otra habitación.
—Perdimos a esta joven —respondió la enfermera señalando el
cuerpo inerte sobre la camilla.
—¡P-Pe... Pero! ... ¡Si es... la señorita Bárbara! —El director se
alteró completamente—. ¿¡Q-Qué le ocurrió!?
Los demás, incluyendo Morgan, fueron junto a ellos y vieron a todas
las enfermeras llorar. Una de ellas seguía intentando reanimar a Bárbara,
aunque ya no podía hacer nada más. Morgan miraba incrédulo el cadáver de
su compañera, entonces salió corriendo de la enfermería de manera
instintiva.
—¡Soy inocente!
—¡Alto ahí! —gritó el policía persiguiéndolo de inmediato.
—¡Demonios! —exclamó el detective Cleman, quien corrió lo más
que pudo, pero ya exhausto, se detuvo y dijo—: Si seguimos así... este será
un caso sin resolver.