Ese cliente tampoco le prestó mucha atención a Morgan, en vez de
eso tomó unos aparatos de los mostradores y se acercó al empleado
preguntando por los precios.
—Disculpe, quisiera saber cuánto cuestan.
—En total, te costarán 30 lits.
—¡Ah! Entonces me los llevaré.
El Lit era la moneda oficial de Eumaria; esta tenía distintas
denominaciones. El valor más alto era el de 200 lits, luego le seguía el de
70, continuando con el de 50, después el de 10, y por último se encontraba
la denominación de 1 lit; con este apenas se podía comprar una barra de
chocolate de la peor calidad. El sueldo normal era de 600 lits, y con esa
cantidad de dinero se podía vivir por todo un mes.
—Tome, señor —dijo el cliente extendiendo su mano.
—Gracias, aquí está tu cambio.
Al momento de devolverle el cambio, el recepcionista volcó
accidentalmente su refresco en el mostrador, y el líquido salpicó el
uniforme del chico.
—¡Oh! ¡Disculpe, joven! ¡Lo lamento mucho!... ¡No fue mi
intención! —dijo el recepcionista bastante apenado.
—No, no, descuide... Solo fue un accidente —El cliente no parecía
enojado—. ¿Puedo pasar al baño?
—¡Sí! ¡Claro! ¡Adelante!... En verdad lo siento —expresó el
empleado extendiendo su mano y señalándole el sitio.
El joven ingresó al sanitario, el cual era relativamente grande;
contaba con inodoros para tres personas y un espejo bastante amplio.
Debajo de este se ubicaban tres lavabos. Al entrar vio a Morgan mirándose
seriamente en el espejo. Él acababa de salir de una de las cabinas. El chico
se acercó a uno de los lavabos. Bajó su mochila al suelo, y mirando a
Morgan a través del reflejo, dijo: hola, ¿también tuviste un accidente?
Llevas los pantalones manchados.
—Algo así —respondió Morgan fingiendo una sonrisa.
—Ya veo... Yo me he manchado con un refresco ¿Y tú?
Morgan se acercó al chico, mirándolo directamente a los ojos.
—En realidad... estas son manchas de sangre.