El Mundo - 18.03.2020

(sharon) #1
EL MUNDO. MIÉRCOLES 18 DE MARZO DE 2020
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OPINIÓN i


DOS DÍAS antes del comunicado de la
Casa del Rey, envié a EL MUNDO, para
un número especial, un artículo al que
pertenece este párrafo:
«La Monarquía es, antes que nada, un
poder histórico vinculado a la identidad
nacional, al interés de todos. Está al ser-
vicio de España y de los españoles. Se
restauró en nuestro país, y aquí permane-
ce, porque es útil. La Corona no puede
convertirse, por razones personales o fa-
miliares, en un problema, porque la Insti-
tución se justifica como plataforma sobre
la que se solucionan, con respeto a la con-
tinuidad histórica, los problemas de la na-
ción. Si la Monarquía se convierte en un
problema y deja de ser una solución, no
tiene razón de permanecer, ni siquiera en
Inglaterra, porque habría perdido su utili-
dad. Con motivo del matrimonio astillado
de Carlos y Diana, empalidecidos los días
de lujo y rosas, abrumado él por las heri-
das de la Historia todavía sin cicatrizar,
encendidos en ella los ojos de cierva azul
y engañada, las cenizas sexuales se de-
rramaron sobre la Monarquía más firme

del mundo. La televisión, que ha trans-
formado la política del último tercio del
siglo XX, condiciona también la imagen
de la Monarquía. La Familia Real, lo
mismo en Inglaterra que en España o
Noruega, debe ser una familia ejemplar
para todos los ciudadanos. Las hilande-
ras de la Historia no pueden tejer en el
siglo XXI otros tapices que los de la vo-
luntad popular. Porque el Rey está para

el pueblo, no el pueblo para el Rey. ‘Que
el reinar es tarea –escribió Quevedo–
que los cetros piden más sudor que los
arados, y sudor teñido de las venas; que
la Corona es el peso molesto que fatiga
los hombros del alma primero que las
fuerzas del cuerpo; que los palacios pa-
ra el príncipe ocioso son sepulcros de

una vida muerta y para el que atiende
son patíbulos de una muerte viva...’».
Felipe VI ha acertado con el comunica-
do difundido por la Casa del Rey, aunque
le haya producido un tremendo desgarro
interno. Sería injusto no añadir que Juan
Carlos I habrá cometido errores, todos
los cometemos, pero el balance de su ser-
vicio a España y al pueblo español es
abrumadoramente positivo. Ha encarna-

do uno de los cuatro reinados más gran-
des de la Historia de España junto a los
de Carlos I, Felipe II y Carlos III. Y a él
corresponde, tras décadas de agria dicta-
dura, haber establecido la democracia
pluralista plena de la que disfrutamos.

Luis María Anson, de la Real Academia Española.

CANELA FINA


LUIS MARÍA
ANSON

LA PEOR insolvencia material viene de la
insolvencia intelectual. Uno puede nacer
rico o pobre, en un país con recursos
naturales o sin ellos, con buen clima o en
Groenlandia, con instituciones
inventadas o por inventar. Pero lo que al
final hace próspera a una sociedad es
tener las ideas claras, entre ellas la
protección de la propiedad privada,
inseparable de la libertad. El discurso de
ayer de Pedro Sánchez fue una
exhibición de insolvencia intelectual,
garantía de un futuro populista y segura
insolvencia material. Aleccionar a los
empresarios para que no despidan
empleados, como si el empresario fuera
un vampiro criminal y no alguien que ha
dedicado su vida a crear esos puestos de
trabajo que son la base de una empresa
es propio de Maduro, es decir, de Pablo
Iglesias o de su ministro de Consumo,
Alberto Garzón, autor del libro Por qué
soy comunista y cuyo modelo de eso que
llaman economía sostenible es... Cuba.
Sostenible para los comunistas.
Aunque haya partidas pequeñas que
debería haber anunciado hace días, si la
AGR (Adinerada Guardia Roja) de Pablo
Iglesias se lo hubiera permitido, casi la
mitad de lo que pomposamente llamó
Sánchez «la mayor movilización
económica y social en nuestra democracia»

consiste en que los bancos asuman casi la
mitad de un gasto cuyos ingresos no
conocemos; y, bajo esta sórdida
desinformación gubernamental, no
conoceremos jamás. Eso significa poner en
riesgo el sistema financiero, de los pocos
sectores solventes que tenemos,
llamándolos a tirar del core capital, que es
pan para hoy e intervención para mañana.
Nada aprendimos de la crisis de 2007.
Lo peor es que ya no apela al
sentimiento de unidad nacional, porque a
comunistas y separatistas les molesta que
se recuerde que España tiene Ejército.
Tampoco se recorta el gasto público
innecesario –por ejemplo, a las
autonomías sublevadas– cuando bastante
tendremos con el necesario. Y se exhibe
ese sentimentalismo bolivariano que
conduce al «exprópiese». Cuando le
preguntaron por las «nacionalizaciones»,
que son la apropiación del Estado por la
casta política, Sánchez no las negó. Ayer
atracó bancos, dejó a los autónomos peor
que estaban, desorientó a las empresas y
asustó a la propiedad. Ni Lenin ni
Pablenin lo hubieran disfrutado más. Su
doctrina es «lo que haga falta». Pero lo que
más falta nos hace es un presidente del
Gobierno de España.

Sánchez, el


insolvente


La doctrina de Sánchez
es «lo que haga falta».
Pero lo que más falta nos
hace es un presidente
del Gobierno de España

COMENTARIOS
LIBERALES

F. JIMÉNEZ
LOSANTOS

HASTA la crisis del coronavirus, los polí-
ticos usaban la expresión lavarse las ma-
nos con significado de «desentenderse de
un negocio en que hay inconvenientes»,
según define la RAE. En estos días de zo-
zobra, en su sentido literal. Ayer Pedro
Sánchez lo recomendó tres veces. Bien es-
tá. Le faltó el énfasis que le puso Macron
en su primera alocución: «Hay que respe-
tar los gestos barrera contra el virus: lavar-
se las manos durante bastante tiempo, con
jabón o geles hidroalcóholicos».
Lo que yo no sabía es que el gesto higié-
nico tiene un mártir: Ignace Philippe Sem-
melweis (1818-1865). Húngaro, alumno de
leyes, estudió Medicina tras ver una autop-
sia. Se tituló en 1844 y dos años después se
especializó en Obstetricia. Al comenzar a
trabajar en el Hospital General de Viena
quedó impresionado por el número de par-
turientas muertas, 36 sobre 208 ¡en un mes!
La maternidad de Viena había nombra-
do director al joven Johann Klein. Impuso
que los estudiantes de obstetricia apren-
dieran anatomía femenina mediante la di-
sección y el estudio de cadáveres en lugar

de maniquíes. La llegada de Klein había
coincidido con el aumento de la mortali-
dad de parturientas del 1,25% al 5,3%. Su-
perior al de las mujeres que daban a luz
en las frías calles vienesas.
La maternidad tenía dos salas, una aten-
dida por estudiantes (hombres) y otra por
comadronas. En la primera fallecía más del
9% de las parturientas, el triple que en el de
las matronas. Semmelweis invirtió los equi-

pos y el índice se repitió. Dedujo que los es-
tudiantes llevaban en sus dedos «materia
putrefacta» de los cadáveres a las futuras
madres al hacer los exámenes vaginales...
sin lavarse las manos. Al jefe Klein le dis-
gustó la teoría y lo echó a la calle.
Nuestro héroe tuvo una segunda oportu-
nidad años después e hizo que los estudian-

tes se lavaran las manos con una solución
de cloruro. La mortalidad cayó en picado
pero él perdió el empleo. Deprimido, termi-
nó en el manicomio donde murió. Veinte
años después Louis Pasteur probó científi-
camente la existencia de gérmenes. «Tocó
los microbios sin verlos» decía de Sem-
melweis una tesis defendida en 1924 en la
Facultad de Medicina de París por Louis
Destouches que en 1932 lograría la fama al

publicar Viaje al final de la noche con su
pseudónimo Louis Ferdinand Céline.
Sirva este paseo de homenaje a los médi-
cos y a todos los que luchan en primera lí-
nea contra el virus, a los dirigentes que no
se lavan las manos en la otra acepción de la
RAE y a nuestros padres que nos enseña-
ron a lavarnos las manos.

EL PASEO
DE LA CUADRILLA

IÑAKI GIL


IDÍGORAS Y PACHI


Juan Carlos I


y Felipe VI


Lavarse


las manos

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