El Mundo - 18.03.2020

(sharon) #1

EL MUNDO. MIÉRCOLES 18 DE MARZO DE 2020
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P R I M E R P L A N O


LUCÍA VINAIXA PALMA
«Trabajo con refugiados y he vivi-
do epidemias en África. Pero esto
es otra cosa. No he visto nada
igual. Estamos todos en el limbo
sin saber qué hacer». Hade, de
Alemania, iba a pasar su 60 cum-
pleaños en Mallorca. Aterrizó el
pasado martes con una semana
soleada por delante y muchas ga-
nas de descansar. «24 horas des-
pués ya era otra historia», explica-
ba ayer la alemana a este periódi-
co en el aeropuerto de Palma.
El clima de tensión e incerti-
dumbre por el nuevo coronavirus
invadió la isla entera. Y también
frustró las vacaciones de los cer-
ca de 25.000 turistas que se cal-
cula que estaban ayer en Balea-
res. «Cancelaron mi vuelo de
vuelta y tuve que comprar otro.
La agencia de viajes me avisó de
que existía la posibilidad de que-
darnos confinados en el aero-
puerto si cerraban el espacio aé-
reo. Los hoteles ya no recibían re-
servas y este sábado todos
estarían cerrados. Yo y muchísi-
mos extranjeros estábamos muy
nerviosos. No sabíamos qué iba a
pasar y queríamos volver a casa»,
agregaba Hade poco antes de en-
trar en la sala de embarque.
El pasado lunes se cancelaron 62
vuelos en los aeropuertos de Palma,
Ibiza y Mahón. Ayer las pantallas
con la información de los vuelos re-
velaban una situación parecida.
Cientos de extranjeros esperaban
sentados si su avión saldría o no.
Cerca de la una de la tarde la presi-
denta del Govern balear, Francina
Armengol, avanzó la orden ministe-
rial sobre el cierre prácticamente to-
tal de puertos y aeropuertos. Balea-
res, confinada por aire y mar.
Adrián, de Barcelona, se olía que
esto iba a pasar. Ayer paseaba in-
tranquilo por la terminal de salidas
de Son Sant Joan a la espera de su-
birse a su avión. Aterrizó en Mallor-
ca el lunes para empezar un nuevo
trabajo como administrativo y en
menos de 24 horas estaba de vuelta
en el aeródromo. «Pensé que po-
drían cerrar el espacio aéreo y no
tengo ni maleta porque ayer me la
perdieron. Estoy sin ropa y no hay
tiendas abiertas. Si por la cuarente-
na ya me sentía encerrado, imagína-
te en una isla», confesaba el catalán.


El mismo temor pasaron los
Schmidt, una pareja de alemanes
que se compró hasta tres vuelos pa-
ra asegurarse la vuelta a casa. Ayer
llegaron al aeropuerto con mucha
antelación. Horas y horas de espera
sin cafeterías a los que ir. Sólo unas
pocas máquinas expendedoras. Ke-
vin Winster y dos amigas volvían,
«por fin», al Reino Unido tras pasar
dos días de cuarentena en un piso
en Mallorca. Lo hacían en un vuelo
de emergencia de la aerolínea
Easyjet tras conocer que el avión
que tenían previsto coger no saldría.

«DESBORDADOS»
La mayoría de las personas que pa-
seaban por el aeropuerto se iban,
sólo unas pocas llegaban a pesar de
que después salir sería tarea com-
plicada. «Podría haberme quedado
en Países Bajos, pero vivo aquí. Sé
que no será fácil», confesaba Jun
Jer, un holandés que acababa de lle-
gar de un crucero por Barbados.
Un clima de tensión similar se
respiraba entre los trabajadores del
aeródromo. Guardias civiles y em-
pleados de Aena se paseaban por
Son Sant Joan prácticamente sin
ningún material de protección con-
tra el COVID-19. Solo unos pocos
tenían guantes. Las mascarillas, los
más privilegiados. «La situación es
mucho peor de lo que pensaba. Es-
tamos totalmente desbordados. Por
tener, no tenemos nada», declaraba
un trabajador de Aena que prefirió
permanecer en el anonimato.
Un empleado del turoperador
TUI entró a la farmacia del aero-
puerto buscando aquel bien tan pre-
ciado por muchos en pleno estado
de alarma. Se protegía la boca con
una bufanda. «Llevamos desde el
sábado sin mascarillas», confesaba
Malek, farmacéutico del aeropuer-
to. «Cuando se hizo oficial el estado
de alarma esto fue caótico. Mucha
gente entraba pidiendo mascarillas
y guantes, pero no teníamos ni si-
quiera alcohol. Lo paso mal por la
gente. Mi trabajo es dar un reme-
dio.Y no puedo». La misma impo-
tencia sentía una trabajadora de Ae-
na que ofrece información a los tu-
ristas. «No paro de recibir llamadas
de gente nerviosa que pregunta si
van a cancelar su vuelo o si su hija
podrá volver a casa. Ni yo, ni nadie
podemos hacer nada».

Una ‘jaula’


para más de


20.000 turistas


en ‘shock’


El aeropuerto se llena de extranjeros en


busca de un vuelo: «Estamos en el limbo»


BELÉN FERRERAS BILBAO
Pasear a tu mascota se ha conver-
tido en una maravillosa oportuni-
dad de salir a la calle en época de
confinamiento. Pero en Bilbao es-
tá el perro más huérfano de cariño
de toda España. Puppy, el perro
con traje de flores que ideó Jeff
Koons, está más solo que nunca
ante el Guggenheim. Es raro ver la
explanada del museo sin gente sa-
cándose fotos junto al coloso cani-
no. Llueva, nieve, haga frío o calor,
esté abierto o cerrado el museo, los
turistas inundan cada día esta zo-
na. Verla ahora vacía sobrecoge.
Como todo en la capital vizcaína
en este confinamiento, que, junto
al día nublado y lluvioso, otorga a
la ciudad una imagen de película
distópica, de esas repletas de de-
sastres y de calles vacías que creía-
mos que nunca íbamos a vivir.
Lo museos están cerrados. Los
teatros también. Capital de poteo,
de txikiteo y de pinchos por exce-
lencia, la ciudad muestra ahora ca-
lles fantasmagóricas repletas de ba-
res con la persiana cerrada. El Cas-
co Viejo, zona de ocio y comercial
está desértico, sólo con alguna pa-
nadería abierta. Se echa de menos
a los turistas sentados en las terra-
zas de la Plaza Nueva. Quién sabe
cuándo volverán esos visitantes
convertidos ya en una fuente de in-
gresos imprescindible para la ciu-
dad, que se ha acostumbrado a re-
cibirlos en cualquier mes del año.

Por la calle sólo se ven vian-
dantes con bolsas de la compra,
pan o perro, y los que van a tra-
bajar. A estos se les distingue por
la rapidez de sus pasos. Ya que
hay que ir al puesto de trabajo
que sea cuanto antes e interac-
tuando lo mínimo con el prójimo.
Ayer fue más fácil viajar en el
metro guardando la distancia de se-
guridad mínima para no contagiar-

se. Las frecuencias de trenes volvie-
ron a ser las habituales después de
que de lunes se redujeran por un
error de cálculo de los responsables
del transporte y los ciudadanos a
los que no les quedó otro remedio
que acudir a sus trabajos en este
transporte tuvieran que hacerlo
más bien pegados unos a otros en

hora punta. Aún así, el miedo al
contagio ha hecho que muchos
usuarios hayan preferido su coche
particular para trabajar. Entre ellos,
trabajadores del Hospital de Basur-
to, para protegerse de posibles con-
tagios, para los que el Ayunta-
miento ha habilitado un parking
improvisado en la explanada del
estadio de San Mamés, cercano al
centro sanitario. Total, tampoco
hay fútbol, ni habrá Eurocopa.
El coronavirus cambia la imagen
de la ciudad y también los usos de
sus instalaciones. El pabellón de de-
portes de La Casilla es ahora un al-
bergue para que las camas puedan
guardar las distancias necesarias.
Los que pueden optan por el te-
letrabajo, y eso también ha cambia-
do sobre todo de la zona financiera
de la capital vizcaína. Por ejemplo,
en la Torre Iberdrola, donde traba-
jan habitualmente unas 2.000 per-
sonas, no llega al 14% las que están
acudiendo a sus puestos de traba-
jo. El resto trabajan desde casa.
La vida parece haber quedado
en suspenso, pero Bilbao, como
todo Euskadi, contiene la respira-
ción ante la cadena de ERTEs que
dejará sin trabajo en breve a mi-
les de personas. Las pérdidas en
capital vizcaína serán millonarias
sólo en comercio, hostelería y tu-
rismo y también la industria. La
patronal vasca ya lo ha advertido:
«La crisis afectará a todas las em-
presas». Y a todos nosotros.

El perro ‘Puppy’ en la explanada del Guggenheim Bilbao absolutamente vacía. FERNANDO GÓMEZ/ARABA PRESS


BALEARES


‘Puppy’, el perro más


huérfano de España


La explanada de Sán Mamés es ahora un párking para sanitarios


BILBAO


Capital del ‘poteo’,
de ‘txikiteo’ y de los
pinchos, teme las
pérdidas millonarias

En la Torre Iberdrola,
donde trabajan unas
2.000 personas, sólo
acude ahora el 14%
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