El Mundo - 03.04.2020

(lily) #1

EL MUNDO. VIERNES 3 DE ABRIL DE 2020
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P R I M E R P L A N O
i

COVID-19 IRÁN Y CHINA


En cualquier otra época, un compra-
dor adinerado y algo absorto hubie-
se tardado tres días en pasear por
todo el centro comercial Iran Mall;
en plena crisis del coronavirus,
Yamshid, que exprime ansioso el te-
clado de su teléfono para extraer no-
ticias de los suyos, dice que lleva 12
días en sus tripas, pero anclado a la
cama. «Echo de menos a mi fami-
lia», asiente este enfermo, pero ce-
lebra: «Cada día me siento mejor».
Procede de Shahr Qods,
uno de los suburbios más hu-
mildes de Teherán, y difícil-
mente hubiera recalado en
este edificio majestuoso –con
una suntuosa librería con
67.000 volúmenes, un gran
jardín persa, un multicine
Imax, pistas de tenis, más de
700 tiendas y un gran hotel
de cinco estrellas– de no ha-
ber cerrado sus puertas pa-
ra reabrirse, acto seguido, co-
mo una clínica.
Las normas de distancia-
miento social y clausura de
establecimientos decretadas
por la crisis del Covid-19, que
se ha cebado particularmen-
te con Irán, vació de clientes
el mayor megamall del mun-
do. A riesgo de sumergirse
aún más adentro en un océa-
no de pérdidas, el magnate
local Ali Ansari, un empresario pró-
ximo al poder, dueño de importantes
negocios en sectores como la banca,
las telecomunicaciones y los muebles,
y gestor de esta mole de cristal y pie-
dra situada en el extremo oeste de
Teherán, dispuso sus instalaciones
para la guerra que la República Islá-
mica ha declarado al coronavirus. En
una fórmula para hacer frente al gran
repunte de pacientes fruto del conta-
gio de la cepa Covid-19, replicada en
otros países como China, España o
Italia, aquí también se obró un peque-
ño milagro de la noche a la mañana
a base de capital privado, almas vo-
luntarias y mucho trabajo a destajo.
«Cada persona tiene su responsa-
bilidad social», explica el multimillo-
nario, enfundado en un traje asépti-
co para repartir rosas entre pacien-
tes y personal sanitario, mientras le
sigue una nube de periodistas. «Pri-
mero, cerré el centro comercial en pro
de la salud pública. Segundo, lo deci-
dí convertir en un centro de salud»,

afirma orgulloso. El propietario del
complejo concibe su aportación co-
mo un favor de vuelta al país que le
ha permitido amasar su fortuna. «La
idea es: ‘He logrado alcanzar este ni-
vel de riqueza con la ayuda de la na-
ción, así que ahora pago mi parte’»,
resume Mustafa Hussein, Relaciones
Públicas del centro.
Ansari cedió al Ministerio de Sa-
lud el área de exposiciones, que ocu-
pa 45.000 metros cuadrados de los
casi dos millones que tiene el cen-
tro comercial, y la ha inundado de
largas hileras con docenas de ca-
mas. En la primera fase de la clíni-
ca improvisada, abierta hace 10 dí-
as en la planta baja, se extendieron

200 de ellas, parte de las cuales ya
están ocupadas. Ayer, Ali Ansari pre-
sentó la segunda fase, situada en un
vestíbulo superior imponente, con
capacidad de alojar hasta un millar
de camas. De necesitarse, aseguran
los organizadores, podrían alcan-
zarse 3.000 plazas. Sólo el bip repe-
titivo de los monitores de constan-

tes vitales rompe el silencio del nue-
vo pabellón, pues todavía ningún
enfermo ha recalado en él. Largos
separadores de madera organizan
el espacio. En los plafones se alter-
nan recomendaciones sanitarias,
conjuras contra el virus, felicitacio-
nes por el Noruz, el recientemente
celebrado Año Nuevo persa, y ale-
gorías bélicas. Un fotomontaje en-
salza a una enfermera, equiparán-
dola con uno de los soldados que
combatieron en la sangrienta gue-
rra Irán-Irak de los años 80.
La Bonyad Tat, propiedad de la fa-
milia Ansari, es una de las acaudala-
das fundaciones caritativas que pue-
blan el sector económico semipriva-
do y que ha proporcionado
los equipos sanitarios, ex-
tranjeros y locales, de la clí-
nica. Todo en ella se mues-
tra pulcro y organizado. Sin-
cronizados como los engra-
najes de un reloj, un grupo
de operarios trabaja frente
a los periodistas extendien-
do las mantas, ajustando los
aparatos con precisión mili-
métrica y frotándolos con lí-
quido antiséptico. «Tenemos
canalización de oxígeno, equi-
pos de ventilación e incluso
aparatos de citometría», se
enorgullece el doctor Farza-
neh, el hombre de Sanidad
en las instalaciones.
Los pacientes, añade el
delegado, proceden de los
67 hospitales públicos del
este de la provincia de
Teherán. «Después de en-
tre cuatro y seis días, que es el pe-
ríodo crítico de la enfermedad, los
derivamos a esta clínica para que
pasen los entre nueve y 11 días
restantes, momento en que deben
recuperarse pero todavía son con-
tagiosos». La parte en funciona-
miento es un gran salón, distribui-
do en dos secciones, una para hom-
bres y otra para mujeres, donde
algo más de una veintena de en-
fermos de edades diversas, la ma-
yoría entrados en años, yace en
sus camas expresando el alivio de
haber superado el peor trance.
En este espacio sin ventanas, ba-
jo los fluorescentes, el teléfono que
la mayoría de estos vencedores ate-
sora con primor es su único víncu-
lo con sus seres queridos; y la flor
que les acaban de regalar, la única
garantía de que, ahí afuera, pese a
todo, la primavera ha llegado. Mu-
chos fueron ingresados justo duran-
te las recientes vacaciones de No-
ruz, el momento que habían espe-

rado durante todo el año para reen-
contrarse con sus parientes. «No de-
jo de intercambiar mensajes con mi
familia, a la que hace 10 días que no
veo», dice Zahra, amarrada a su mó-
vil, con un chorro de voz aparente-
mente optimista que, sin embargo,
empieza a reducirse hasta conver-
tirse en un hilo tenue: «Les he dicho

Irán: de lujoso centro


comercial a hospital


para derrotar al virus


Un magnate iraní cede las instalaciones del Iran Mall, el mayor


del mundo, para dar cobijo a los enfermos en fase de recuperación


Arriba, hileras de camas en el
área habilitada del centro
comercial iraní. Abajo, los
pacientes son atendidos por
voluntarios. Mujeres y
hombres están separados.
REPORTAJE GRÁFICO: LL. M. H.

TESTIGO DIRECTO


LLUÍS MIQUEL
HURTADO
TEHERÁN

El periodista Lluís Miquel Hurtado, en el interior del ‘mall’.


«Alcancé mi riqueza
gracias a la nación y
ahora pago mi parte»,
alega el dueño

Los pacientes llegan
de los 67 hospitales
públicos del este de la
provincia de Teherán
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