El Mundo - 03.04.2020

(lily) #1

EL MUNDO. VIERNES 3 DE ABRIL DE 2020
29


i


P R I M E R P L A N O


que no deben preocuparse por mí...».
Una mesa central conecta los dos
espacios de camas de la sección en
funcionamiento. Un equipo de tres
médicos se coordina con un plan-
tel de enfermeros, todos volunta-
rios. «Estaba estudiando en la fa-
cultad de Medicina. Debido a la cri-
sis del coronavirus cerraron la uni-


versidad, así que decidí usar mis
conocimientos para ayudar a los
enfermos», explica Faezeh. No pa-
sa demasiado tiempo hasta que los
pacientes rompen en un aplauso a
quienes les cuidan, que no pueden
evitar, conmovidos, acabar devol-
viéndolo. La batalla contra el coro-
navirus no ha acabado.

LUCAS DE LA CAL WUHAN (CHINA)
ENVIADO ESPECIAL
Bajando las escaleras mecánicas de
la estación de Jianghan Road, em-
piezan a brotar los nervios. Las
piernas se agitan. Los brazos se en-
cogen. Y la sonrisa de disimulo se
puede apreciar pese a estar escon-
dida tras una mascarilla. Es la pri-
mera vez en más de dos meses que
Li Wulin va a subirse al metro. No
tiene un destino fijo. Simplemente
quiere recuperar esa sensación del
vaivén dentro de un vagón rodeada
de gente desconocida.
Puede parecer una tontería, pero
tras recuperar la libertad
secuestrada por el corona-
virus, viajar en el metro es
una manera de oxigenar
la cabeza y de reconciliar-
se con la cotidianidad de
la ciudad. Aunque sin es-
tar apretujados y dejando
libre el asiento de en me-
dio entre dos personas.
Porque aún hay que man-
tener una distancia de se-
guridad.
«Hasta hoy no me había
atrevido a salir de casa. El
pasado domingo, cuando
el jefe de mi comunidad
dijo a mis padres que ya
podíamos salir fuera, pen-
sé que me lanzaría a la ca-
lle. Pero no fue así. Aún te-
nía mucho miedo», expli-
ca Li, una estudiante de 21
años de la Universidad de
Wuhan.
«La gente sólo habla de
los contagiados y muertos
por el coronavirus. Pero
pocos piensan en el daño
psicológico de la cuarente-
na. No es sencillo volver a
pisar la calle. He pasado
semanas sin poder dormir
por la tensión. Iba conti-
nuamente al baño o a mi
cuarto para mirarme en el
espejo. Cogí esa manía.
Encima me veía fea, me
maquillaba y desmaquilla-
ba todo el rato. Además,
rompía a llorar en cualquier mo-
mento del día», relata la joven.
Nos bajamos en mitad de la línea
2, en la estación de Wangjiadun. A
la salida espera Yue subida en una
moto eléctrica. En realidad, ése no
es su nombre. Pero ha pedido que
la llamemos así para guardar el
anonimato. Ella es compañera de
universidad de Li. Y también es el
primer día que decide salir de casa.
Si continuáramos recorriendo un
poco más la calle donde nos encon-
tramos, Xinhua, alcanzaríamos el
mercado de mariscos y animales
salvajes señalado como la zona ce-
ro del coronavirus. Allí, supuesta-
mente, empezó todo. Hoy está total-

mente precintado por una gran mu-
ralla azul (láminas de acero y plás-
tico de más de un metro y medio).
Y también vigilado por tres policías
que salen rápido de su caseta si ven
que algún curioso saca el móvil pa-
ra hacer una foto.
«Ahora dicen que ha sido Esta-
dos Unidos quien nos trajo el virus
a Wuhan. ¿Sabes que su ejército es-
tuvo aquí en octubre? Se celebra-
ban los juegos olímpicos de los mi-
litares y tuvieron la excusa perfec-
ta. Incluso Zhong Nanshan
[famoso epidemiólogo y director de
la Comisión Nacional de Salud de

China] ha dicho que puede que el
coronavirus no se originara aquí»,
asegura convencida Yue, la chica de
la moto eléctrica.
A su lado, subido a una bicicleta,
está Sunnatian, el hombre que nos
ayuda con las traducciones del chi-
no. Se ha animado a dar unas peda-
ladas por las calles de Wuhan. «Yo
no sé de dónde salió el virus, pero
no creo que en China aún esté con-
trolado. Aunque la ciudad vaya re-
cuperando algo de normalidad, hay
que seguir tomando todas las pre-
cauciones si uno sale de casa», ase-
gura. «Yo tampoco me fío», inte-
rrumpe Yue. «Necesitaba salir y ver
con mis propios ojos si era verdad

que en Wuhan ya había gente por
la calle y que algunas tiendas esta-
ban abiertas. Ha sido una buena
sensación ver cómo mi ciudad, po-
co a poco, despierta de nuevo. In-
cluso me he alegrado cuando antes
casi me lleva por delante un coche
en el semáforo porque he sentido
algo de adrenalina. Pero no quiero
estar mucho tiempo fuera por si
acaso».
Horas después, de vuelta cerca
de la parada de metro de Jianghan,
sentado en un banco al lado de un
Starbucks cerrado, está otro joven
universitario que se presenta como
Chen. Aunque pide tam-
bién esconderse en el ano-
nimato y no mostrar su
rostro. En Wuhan no sólo
hay desconfianza de que
los tiempos de coronavi-
rus ya han pasado. Los
ciudadanos no se termi-
nan de fiar a la hora de
soltarse a hablar con los
corresponsales extranje-
ros que retornan a la ciu-
dad estos días.
«Yo pasé el virus en ene-
ro. Estuve ocho días ingre-
sado en el Tongji Hospital
y me recuperé. No tuve
síntomas graves. Después
volví a casa y mis padres
me encerraron en una ha-
bitación. Únicamente salía
de allí para ir al baño. Y
luego mi madre corriendo
desinfectaba el pasillo. No
se terminaba de creer que
ya no tenía el virus, aun-
que los médicos dijeron
que ya estaba curado.
Además, mis padres te-
nían que pasar la cuaren-
tena solos por si yo les ha-
bía contagiado. Ésa es mi
historia. Y, por supuesto,
me volví loco en la cuaren-
tena. Aquí eso parece un
tema que te convierte en
débil si lo comentas en pú-
blico. Pero estoy muy mal.
Aunque ya se pueda salir,
estoy cabreado todo el día
y tengo miedo. El único sitio donde
estoy tranquilo es en mi cama ju-
gando a los videojuegos».
Chen suelta de golpe su testimo-
nio –con ayuda de traducción–, pe-
ro los malos recuerdos le comen
por dentro. Sólo cuando aparece su
novia en bicicleta con un batido y
unos dulces se le olvida todo y su
semblante serio y su discurso cam-
bian por completo. «Ahora toca vi-
vir. Muchos no lo han podido decir.
Pero viene una buena época cuan-
do la ciudad esté abierta por com-
pleto. La gente lleva mucho tiempo
encerrada y tiene ganas de pasárse-
lo bien. En Wuhan vamos a vivir el
mejor verano de la Historia».

«Vamos a vivir el mejor


verano de la Historia»


Wuhan intenta superar el daño psicológico al recuperar la libertad


Primera salida de Chen, que tuvo coronavirus. L. DE LA CAL


Li Wulin, en el metro de Wuhan. L. DE LA CAL


Yue, con su moto eléctrica por Wuhan. L. DE LA CAL

Free download pdf