El Mundo - 03.04.2020

(lily) #1

EL MUNDO. VIERNES 3 DE ABRIL DE 2020
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i


OPINIÓN


GALLEGO & REY


EL COLAPSO de nuestra economía ya está aquí.
No es esto un mensaje alarmista sino la descrip-
ción llana del estado de salud de nuestro país. Y
hay que decirlo sin bálsamos ni eufemismos, por-
que solo desde la consciencia de la gravedad de la
peor emergencia que nos ha tocado vivir en nues-
tra democracia se podrán adoptar medidas de una
envergadura y una contundencia bastantes para
mitigarla. La imagen de parálisis en la que el Co-
vid-19 ha sumido a todos los españoles, manifies-
ta en unas calles sin vida, ya tiene datos en los que
reflejarse. Y evidencian el origen de una pande-
mia económica cuya irrupción es mucho más
abrupta de lo que fue la gran recesión de 2008.
Esta es la conclusión dramática que se extrae
de las estadísticas del mercado laboral publicadas
ayer por Trabajo, según las cuales la crisis del co-
ronavirus, desde que se decretó el estado de alar-
ma, ha borrado del mapa casi 900.000 empleos.
Se trata de una cifra inédita en la serie que ni si-
quiera admite comparación con el crack de 2008:
entonces la Seguridad Social también perdió
900.00 afiliados, pero en 100 días. En términos de
paro registrado, el aumento de 302.000 personas

hacen de este marzo el mes más negro de la his-
toria del mercado laboral, también por encima de
enero de 2009, tras el estallido de la burbuja inmo-
biliaria. Y todavía se hace obligatorio un apunte
que no se ha incluido formalmente en el balance
del ministerio: el fortísimo impacto de los ERTE
especiales, que ya afecta a más de 620.000 traba-
jadores. Que esa cifra aún se quede muy corta res-
pecto de los 1,8 millones estimados por los sindi-
catos revela hasta qué punto la fotografía laboral
de ayer es solo el principio de la catastrófica tor-
menta para el empleo que se avecina.
Proteger a todos los trabajadores es una quime-
ra útil solo a la demagogia, pero amortiguar el gol-
pe ha de ser ya la única tarea a la que debe entre-
garse la política económica de este Gobierno.
Siendo uno de los países más expuestos y vulne-
rables al coronavirus, España lo es también a sus
efectos en todos los ámbitos. Sin embargo, con la
misma imprudencia con la que se subestimaron
sus consecuencias sanitarias, no se reaccionó con
la diligencia económica requerida. Los planes de
choque llegaron con una incomprensible tardan-
za, pese a que Sánchez anunció un 9 de marzo
ante la patronal que llevaba semanas trabajando
en ellos. Y una vez se aplicaron, adolecieron de
una desprotección injustificada hacia colectivos
especialmente frágiles, como los autónomos.
Atropellada por los acontecimientos, Moncloa in-
tenta cabalgar la coyuntura cuando lo que debe
hacer es anticiparse. Hace tiempo que la crisis es-
tá suficientemente advertida por organismos in-
ternacionales y domésticos. El retraso en la actua-

ción ha generado una desconfianza cuya huella
completa todavía es una incógnita, y las medidas
tomadas han mostrado su limitado alcance para
ayudar a la economía real. En el origen de esta de-
bilidad nacional pesa la gran negligencia de no
haber aprovechado la época de bonanza para
contener el gasto; se disparó el déficit con el grifo
de los viernes electorales y se renunció a toda re-
forma de nuestro sistema productivo. Hoy, nues-
tra estructura económica afronta la nueva crisis
en peores condiciones que las de su entorno, sin
haber dedicado esfuerzos a la reducción de deu-
da creíbles para Europa y los mercados.

La situación es extraordinaria. Y las soluciones
deben serlo también. Se hace inaplazable que el
Gobierno deje de contemporizar y obedecer a su
estrategia partidista. Esta emergencia es condi-
ción necesaria y suficiente para que Sánchez pro-
mueva un pacto político comparable a los de la
Moncloa durante la Transición, lo que exige con-
certar medidas bajo un espíritu de concentración
nacional. Solo desde la unidad se podrá plantar
cara a la mayor crisis sanitaria, social, económica
y política que nos azota desde la Guerra Civil.

La destrucción


del empleo pide


un pacto político


Este trance extraordinario
requiere medidas de
concentración que imiten
la unidad de la Transición

LA Covid-19, enfermedad,
enseñoreándose. Con
medio planeta en estado
de ‘shock’ y el otro a la
expectativa, la ONU sin
respuesta, una Unión Europea inoperante, la monarquía a la
espera de su catarsis, el Gobierno de la nación diezmado y
literalmente –valga por una vez el lugar común– superado por
los acontecimientos (y los gobiernos regionales no
precisamente a la zaga), el Parlamento en cuarentena, el poder
judicial medio hibernado, y el poder periodístico, el más serio,
entre el plan de contingencia y el equilibrismo más arriesgado,
los enemigos del Estado tienen la vía como nunca expedita ante
sí. Pero el puñado de soldados de Oswald Spengler está. Bajo
una nueva autoridad civil, naturalmente.

Gobierno Spengler


TADEU


ELPMUNDO
GRUPO UNIDAD EDITORIAL

UNA fecha perseguirá a este Gobierno:
30 de enero. Ese día la OMS había emiti-
do su alerta de emergencia internacio-
nal por el coronavirus. Según la Ley
General de Sanidad Pública, artículo 14, la «gestión de
alertas que procedan de la UE o la OMS» es competencia
directa y automática del ministerio. A partir de ese día
Salvador Illa dejó de poder excusarse en la responsabili-
dad de las autonomías, pues la función de vigilancia de la
salud pública ya era toda suya. Pero cuando los días 3 y
11 de febrero la OMS instó a comprar equipamiento pa-
ra afrontar un posible contagio masivo, el Gobierno no hi-
zo nada. Y cuando dos días después la UE hizo un llama-
miento a controlar el riesgo de desabastecimiento, Illa res-
pondió: «Tenemos suficiente». Entre medias Sánchez
autorizó las manifestaciones del 8-M, a cuya cabecera


iban varias ministras de cuyos positivos
supimos días después. Cuando la pande-
mia se hizo violentamente visible, Illa se
lanzó a comprar en el mercado chino: no
lo había hecho antes. Los primeros test de diagnóstico rá-
pido que compró resultaron fallidos: no alcanzaban ni el
30% de fiabilidad. Pese a tener que devolver o sustituir
esos 640.000 test piratas, el Gobierno ha vuelto a contra-
tar con la empresa china que le timó: Bioeasy Biotechno-
logy. Hoy España es el país con mayor número de conta-
giados sanitarios del mundo –más de 13.000–, padece de-
sabastecimiento y exhibe la peor tasa de letalidad en
proporción a su población. Ayer, 950 muertos en un día.
Un editorial no relata hechos sino que se pronuncia so-
bre ellos. Pero esta vez no hemos creído necesario opinar
porque los hechos, por sí solos, acusan a este Gobierno.

«TENEMOS


SUFICIENTE»


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LA REACCIÓN AL COVID-19: EL COMBATE CONTRA LA PANDEMIA

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