El Mundo - 03.04.2020

(lily) #1

EL MUNDO. VIERNES 3 DE ABRIL DE 2020
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P R I M E R P L A N O


ORFEO SUÁREZ MADRID
«Estaba muy malito, había sufrido
varias crisis este año, y esto se lo
ha acabado de llevar». Las pala-
bras de Manuel García, presidente
de la peña Goyo Benito, ex jugador


del Madrid, fallecido a los 73 años
como consecuencia del coronavi-
rus, ponen un nombre ilustre del
deporte y del madridismo a una
tragedia cotidiana. Enfermo de
Alzheimer desde hace años, Beni-

to era uno de los internos en una
de las residencias de ancianos de la
capital golpeadas por la pandemia.
Desde hacía días, Benito ya no
podía recibir las visitas habituales
de sus familiares. Ni siquiera comu-
nicarse con ellos a través del móvil
u otras herramientas tecnológicas
debido a su estado. Las muertes re-
pentinas de la pasada semana en la
residencia Ballesol, en el barrio de
Mirasierra, habían recomendado
un severo aislamiento de sus inter-
nos, aunque no todas pudieran vin-
cularse oficialmente con el corona-
virus debido a la falta de test. Por
ello, fue una de las residencias es-
cogidas para las labores de desin-
fección por parte de los efectivos de
la Unidad Militar de Emergencias,
el pasado viernes.
«Estaba muy mal y ya desde ha-
ce días permanecía aislado, según

me ha dicho su hermano, que no
había podido verlo», prosigue Ma-
nuel García, en contacto perma-
nente con la familia de Benito. «Ha-
ce unos días, como consecuencia
de una crisis, fue trasladado al hos-

pital, pero su deterioro estaba muy
avanzado y fue devuelto a la resi-
dencia, donde finalmente falleció»,
explica el presidente de la peña que
lleva el nombre del ex jugador, que
tampoco podrá acompañar a sus
familiares en el sepelio, como mu-

chos de sus ex compañeros en el
Madrid, debido a las restricciones
oficiales. Tras una vida entre aplau-
sos, llega una muertre en soledad.
Muy querido entre sus ex compa-
ñeros, eran varios los ex jugadores
que conocían el deterioro de aquel
central autoritario debido al Alzhe-
imer. Uno de los que se mostró más
afectado por su fallecimiento fue Pi-
rri, con el que compartió cientos de
partidos: «Encima de que uno está
sensible, lo de Goyo me ha afectado
mucho y estoy muy triste, muy tris-
te. Aunque llevaba tiempo malito,
me ha dejado helado. Se está yendo
mucha gente amiga y lo peor es que
parece que no se ve solución». Toda
la familia madridista mostró su pe-
sar por la pérdida, que se une, ade-
más, a la del ex presidente Lorenzo
Sanz, con quien Benito, ya retirado,
compartió una etapa en el club.

CARLOS TORO MADRID
Un bigote, una densa melena negra
que parecía capaz de partir las púas
del peine que osase intentar domar-
la. Gregorio Benito Rubio. Goyo Be-
nito. Un defensa central rápido, du-


ro, racial. Un hombre de un solo
club, el Real Madrid, con el que ga-
nó seis Ligas y Cinco Copas. Un mi-
to. Desde hace años devastado por
el Alzheimer, con su salud menos-
cabada por otras patologías, ha fa-
llecido en una residencia madrileña
a causa del coronavirus.
Nacido en Puente del Arzobispo
(Toledo) el 21 de octubre de 1946,
llegó al Madrid en agosto de 1964,
con 17 años, procedente de los Sale-
sianos de Atocha y del Sabio. Física-
mente era un huracán y una roca. El
club lo cedió al Rayo Vallecano y lo

incorporó en 1969 a la primera plan-
tilla. Debutó como lateral izquierdo
en octubre del 69 frente a la Real So-
ciedad. Su compañero de banda era,
ya con 36 años, Gento, a quien el jo-
ven debutante trataba con respeto
reverencial. «Cortita y al pie, chaval».
«Como usted diga, don Francisco».
El chaval no descollaba técnica-
mente. No sacaba limpia la pelota ni
destacaba en los pases y los centros.
Pero iba a los cruces como un rayo y,
aunque de estatura normal, exhibía
un poderoso salto de cabeza. Desco-
nocía la floritura, pero no la contun-

dencia. Se enredaba en los regates,
no en los despejes. Era valiente, elás-
tico. Tenía sentido de la anticipación.
Era un central. Un stopper. Así lo vio
Miguel Muñoz, que dio la carta de li-
bertad a De Felipe y ya colocó para
siempre al nuevo en su puesto.
Benito conectó en el acto con la
hinchada, que disfrutó sus duelos
con los grandes delanteros de la épo-
ca: Gárate, Diarte, Heredia, Ocam-
pos, Rubén Cano... También con
Cruyff, cuando pasaba por su zona.
Y con el sevillista Biri Biri, que en
cierta ocasión llegó a suplicarle: «Por

«Cortita


y al pie,


chaval»


Nacido en Toledo, y tras un breve paso por el Rayo Vallecano, fue un ‘one club man’ del Real Madrid,


donde jugó el resto de su carrera (420 partidos oficiales de blanco). Su llegada al Bernabéu le hizo


compañero de banda de un veterano Gento, que le dejó las cosas claras al recién llegado a las primeras de cambio


GOYO


BENITO


Vivir entre


aplausos, morir


en soledad


Goyo Benito, leyenda del Madrid y afectado


de Alzheimer, fallece por coronavirus


Goyo Benito despeja un balón ante la presencia de Hans Krankl, durante un Real Madrid-Barcelona de la temporada 1979/1980. ARCHIVO MARCA


favor, no me pegue más, señor Beni-
to». El «señor Benito», en efecto, pe-
gaba mucho. Pero también, en su fo-
gosidad, asumía riesgos. Sufrió,
amén de algunas fracturas de costi-
llas y dedos, ocho operaciones. Y el
23 de abril de 1980, ante la benevo-
lencia arbitral, un aluvión de golpes
por parte de Hrubesch, gigantesco
ariete del Hamburgo. En un arriesga-
do exceso de honradez por el que pi-
dió perdón a compañeros y afición,
Benito jugó lesionado en la rodilla.
Hrubesch destrozó al Madrid. El
equipo encajó un 5-1 y se quedó a las

puertas de una final de la Copa de
Europa que iba a celebrarse en el
Bernabéu. Para Benito tuvo mucho
de compensación previa el encuen-
tro disputado el 7 de noviembre de
1979 en Chamartín, en la vuelta de
octavos de la Copa de Europa. El
Madrid había perdido, en Das Antas,
2-1 ante el Oporto. A falta de un
cuarto de hora, Benito, que, además,
había anulado a Gomes, conectó un
cabezazo que batió a un Fonseca im-
penetrable hasta entonces. El Ma-
drid pasó la eliminatoria.
A pesar de su potencia de salto,
Benito sólo marcó tres goles en sus
420 partidos oficiales con el Madrid.
No solía acudir a los saques de es-
quina. Sólo él y Pirri poseen la Lau-
reada de Oro y Brillantes madridis-
ta. Fue internacional absoluto en 22
ocasiones. No llegó a jugar un Mun-
dial. Casado y con tres hijos, cuan-
do dejó el fútbol en 1982, invirtió en
dos pubs. Fue relaciones públicas
del club y trabajó en la secretaria
técnica del Rayo Vallecano cuando
su amigo Camacho ocupó el ban-
quillo de la franja roja.
Es un nombre que deberá recibir
su doliente minuto de silencio
cuando se reanude el fútbol y haya-
mos exterminado el virus que nos
lo ha arrebatado.

No lucía en los
pases ni en los
centros, pero iba al
cruce como un rayo

«Lo trasladaron al
hospital, pero estaba
mal y murió, aislado,
en la residencia»

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