El Mundo - 03.04.2020

(lily) #1

EL MUNDO. VIERNES 3 DE ABRIL DE 2020
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P R I M E R P L A N O
i

JORGE BENÍTEZ MADRID
A la espera de una vacuna que no
sólo derrote a la pandemia sino tam-
bién a la tormenta económica que
ahoga inversiones y empleo, Moisés
Naím (Trípoli, Libia, 1952) responde
a esta entrevista confinado en Wa-
shington DC, la capital de un impe-
rio que no sólo acusa a China de ha-
ber mentido sobre la magnitud de la
crisis, sino que parece haber renun-
ciado al liderazgo internacional.
Un Estados Unidos noqueado co-
mo tantos otros países se prepara
para sus horas más oscuras sin po-
der contener el número de infecta-
dos y fallecidos. Un país en el que se
ha alcanzado un acuerdo «milagro-
so» entre republicanos y demócratas
para sacar adelante un plan de estí-
mulo económico gigantesco y con
un presidente en la Casa Blanca que
cada día da un bandazo en sus polí-
ticas de control sanitario.
Naím conoce bien el sector públi-
co y los organismos supranaciona-
les, claves estos días, porque fue mi-
nistro de Venezuela y alto cargo en el

Banco Mundial, pero hoy responde
como periodista y escritor (su último
libro, Repensar el mundo –Debate–)
al cisne negro que nos sobrevuela.
Pregunta.– Viendo las actitudes
de líderes como Trump o, entre
otros, Bolsonaro, ¿cree que esta
pandemia puede hacer mucho da-
ño al populismo?
Respuesta.– Cada país ha entrado
en un terreno político inédito y difícil
de entender en base a precedentes
históricos. Instituciones, reglas y
acuerdos que creíamos permanentes
han resultado ser transitorios y otras
que suponíamos pasajeras parecen
haber llegado para quedarse.
Es obvio que la pandemia tendrá
consecuencias políticas. Pero, dado
que no sabemos cuánto durará la
crisis sanitaria, cuántas vidas se co-
brará y qué consecuencias econó-
micas tendrá, es muy difícil antici-
par el costo político que pueda tener
para los líderes.
P.– Ya hay encuestas.
R.– Sí, con sorpresas. Según la
encuesta del Washington Post y la

cadena ABC que se llevó a cabo del
22 al 25 de marzo, el 48 % de los es-
tadounidenses aprueban la gestión
de Donald Trump como presidente.
La opinión de casi la mitad de los
estadounidenses contrasta –de ma-
nera muy reveladora– con la infor-
mación fáctica e incontrovertible
acerca del mal manejo que hasta
ahora ha hecho Donald Trump de la
crisis del coronavirus. Comenzó por
negarla, minimizó su gravedad y ha
tratado de sacarle provecho político
retrasando la adopción de las medi-
das de emergencia que los expertos
recomiendan.
P.– ¿Esta crisis hace daño a las po-
líticas neoliberales y refuerza a quie-
nes defienden un Estado fuerte?
R.– No hay duda de que, en todas
partes, esta crisis tiene como princi-
pales protagonistas al Gobierno, los
médicos y personal de enfermería,
los expertos en salud pública y los
epidemiólogos. La mayoría de ellos,
funcionarios públicos. El Estado es
el actor principal. Pero su rol cae
dentro de un rango. Una cosa es el
rol del Estado en China y la draco-
niana utilización por parte del Go-
bierno de las más avanzadas tecno-
logías de monitoreo y control social,
y otra es la manera como el Estado
está actuando, por ejemplo, en la In-
dia, Suiza, México o Italia. En todos
los casos hay un rol importantísimo
estatal, pero la manera como cada
uno de estos países instrumenta su
presencia es muy diferente.
P.– ¿Considera que esta emergen-
cia va a encender el debate sanitario
en EEUU de los últimos años?
R.– El debate acerca del inacep-
tablemente, injusto y defectuoso
sistema de salud de este país ya
había adquirido enorme visibilidad
e intensidad aun antes de esta cri-
sis. Las elecciones presidenciales
que tendrán lugar en el mes de no-
viembre seguramente tendrán la
reforma del sistema de salud como
un tema central.

La pandemia le ha dado aún ma-
yor urgencia a la necesidad de cam-
biar a fondo la Sanidad. Pero ningún
cambio importante va a ocurrir an-
tes de que tome posesión de su car-
go el próximo presidente. Y el tipo
de reforma que pueda ocurrir de-
penderá del balance de fuerzas que
exista en el Congreso después de las
elecciones.
P.– En los inicios de la epidemia
se detectó en Occidente mucha
chinafobia, se culpabiliza a este
país del brote; sin embargo, el éxi-
to de sus medidas draconianas le
convierte hoy en un ejemplo a se-
guir. ¿Cómo cree que va a salir
China de esta situación?

R.– No creo que haya grandes ga-
nadores geopolíticos de la crisis del
coronavirus. Por ahora. China sale
con mayor prestigio por haber podi-
do contener la crisis y EEUU, con
menos por el mal manejo que ha he-
cho de la misma. Pero al mismo
tiempo, hoy hay más gente que nun-
ca que conoce cuáles son los méto-
dos que usa Pekín para mantener el
control de la población. Aunque mu-
chos admiren su eficacia en el ma-
nejo de la crisis sanitaria, pocos es-
tarían dispuestos a vivir en una so-
ciedad basada en las normas que
hoy imperan en China.

«Esta pandemia


va a tener


consecuencias


políticas»


Se llaman Miguel, Teresa, Pedro,
Rosa, José Luis, María... y siem-
pre estuvieron ahí, desde hace
mucho tiempo, quizás 70, 80 o 90
años. Algunos pasaron una gue-
rra y, cuando no había dinero,
echaron mano de sus pensiones
para ayudar a los hijos. Se les
veía paseando a sus nietos por el
parque con una renovada sonrisa
en sus rostros surcados de vida.
Nos dieron todo lo que tenían,
que a veces no era nada, y soña-
ban por fin con un descanso
tranquilo y digno, con viajes para
descubrir un mundo que estaba
lejos de su barrio y sus cartillas.
Nadie les dijo que ellos serían
los últimos en el eslabón de una
cadena social sin escrúpulos. Na-
die les contó que si había que ele-
gir, ellos serían descartados por-
que no había para todos y la po-
blación necesita sangre fresca.
Nadie les contó nunca que mori-
rían solos, abandonados por el
sistema, con unos ángeles que
les cuidaron hasta el último mi-
nuto poniendo en riesgo sus vi-
das. Nadie nos contó que no po-
dríamos darles el último abrazo
ni una tarta de cumpleaños en la
que ya no caben las velas y que
terminarían alineados en un ma-
cabro y frío baile de ataúdes. A
sus nietos nadie les devolverá la
mano temblorosa dibujando o
haciendo bizcochos, y a sus hijos
les han cortado de cuajo las ra-
mas del árbol que les vio crecer.
Ya sabemos que la naturaleza
no es punible y bastante hace
con aguantar nuestros desma-
nes, pero ya nos lo habían dicho,
ya lo estábamos viendo y seguía-
mos con nuestra satisfecha vida
de sociedad soberbia, en la que
las consignas son más importan-
tes que las personas y el discurso
más importante que la verdad.
No hay culpables, tampoco aho-
ra, cuando ya no hay remedio;
pero sí responsables, engreídos
responsables sordos al lamento y
ciegos de poder. Responsables de
ocultar lo que ya se sabía y de se-
guir el camino marcado por se-
res sin moral y ahítos de ambi-
ción y egolatría.
Ellos cumplieron. Toda su vi-
da. ¿Cumpliremos nosotros al-
gún día devolviéndoles su digni-
dad masacrada? ¿Quién les pon-
drá nombre cuando todo esto
pase? ¿Quién se los devolverá a
las familias españolas, rotas an-
te una fotografía cuando aún es-
taban vivos y sonrientes junto a
sus seres queridos? ¿Cuándo los
responsables de gran parte de
este drama irán a visitar ese de-
solado paisaje de seres ocultos y
enfilados, como un ejército de
ausencias? ¿Cuándo irán, ire-
mos, a pedirles perdón?

El debate del sistema
de salud en EEUU
será clave en las
próximas elecciones

Hoy más gente
conoce los métodos
de control social del
Gobierno chino

JAVIER BARBANCHO


Escritor, periodista y miembro
del Carnegie Endowment for
International Peace

MOISÉS


NAÍM


COVID-19 CULTURA


Se llaman


Miguel,


Teresa...


PALOMA SAN BASILIO

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