El Mundo - 09.03.2019

(Michael S) #1
EL MUNDO.

HOJA Nº (^26) P A P E L LUNES 9 DE MARZO DE 2020
E N P O R T A D A
demandas del presente. A
medida que la escuela se
vuelve menos exigente –y
exigente quiere decir que se
niega a rendirse al
antiintelectualismo en
boga–, va perdiendo peso en
la trayectoria educativa del
niño, que la sociedad tiende
a suplir con lo que hemos
dado en llamar las
extraescolares. Cualquier
familia, sea del PSOE o de
Vox, intuye que los
conocimientos han de
completarse fuera. La
izquierda parece no querer
darse cuenta de que éste es,
sobre todo, un problema
para los pobres. El
desprecio al conocimiento
no le afecta al niño rico que
se va a Nueva York a ver el
MoMA. ¿Pero qué puerta le
abres a un niño pobre que
no es capaz de leer un texto
mínimamente complejo y le
has dicho que no importa
que suspenda?
P. ¿Lo de dar más facilidades
para obtener los títulos de la
ESO y Bachillerato puede
responder a un intento de
maquillar las estadísticas?
R. Estoy convencido de que
creen que así ofrecen más
oportunidades a los niños
culturalmente
desfavorecidos, porque
consideran que el
económicamente pobre es
intelectualmente pobre.
Pero, en vez de ofrecerle
una escuela de calidad para
que supere su estado, le
ofrecen lástima. Los
socialistas me gustaban más
cuando defendían que ‘la
cultura os hará libres’ y
hacían de la emulación un
principio pedagógico. Soy
de una familia humilde. Mi
madre apenas sabía escribir.
Por eso cada vez estoy más
agradecido a los profesores
que no tuvieron lástima de
mí. La escuela actual está
llena de conceptos beatos.
Nos creemos mejores por
ofrecer lástima en vez de
exigencia. Los pobres se
merecen una escuela
ambiciosa que no aspire
simplemente a entretenerlos
y profesores que no les
exijan menos de lo que
pueden dar de sí. Necesitan
buenos profesionales y no
sólo pedagogos románticos.
P. Dice que el punto débil de
la escuela española es que el
20% de los adolescentes no
sabe leer un texto
mínimamente complejo y,
El filósofo y pedagogo
Gregorio Luri (Azagra,
Navarra, 1955) sostiene que
vivimos en la época del
capitalismo cognitivo,
donde el conocimiento
poderoso es el capital más
preciado –«el petróleo del
futuro»– en un mundo en el
que hay abundancia de
información pero escasez
de atención. También la
escuela se ha llenado de
«innovaciones, buenas
intenciones y aparatos
tecnológicos», pero los críos
no entienden lo esencial,
porque van a clase a
«entretenerse» y a
entrenarse en competencias
como la empatía o el
pensamiento crítico sin
adquirir previamente una
base sólida de
conocimientos. De esto
habla en La escuela no es
un parque de atracciones
(Ariel), donde reivindica el
papel del maestro y
cuestiona los dogmas del
discurso pedagógico actual.
P. Su libro defiende lo
contrario de lo que quiere
hacer la ministra Celaá, que
apuesta por un aprendizaje
menos memorístico, nuevas
metodologías, otros
espacios de aprendizaje...
R. ¿Y qué culpa tengo yo si
ella defiende lo contrario al
sentido común? Hablar de
aprendizajes no
memorísticos es engañar a
la gente. El desprecio de la
memoria me parece
absurdo. Hay una imagen
totalmente falsa de la
memoria como un cúmulo
de datos inútiles en los
tiempos de Google. Pero si
lo aprendido no se guarda
en la memoria, ¿dónde se
guarda? La memoria es el
residuo que deja la
experiencia al pasar.
Entendimiento y memoria
van unidos, porque no se
puede pensar sobre una
información ausente.
P. ¿La Lomloe reduce la
exigencia?
R. Uno de los males de la
socialdemocracia es creer
que por tener buenas
intenciones se libra de ser
interpelada por los
resultados. Una ley que no
se plantee poner en valor el
conocimiento, cuando es
obvio que hoy es una fuente
de riqueza, ignora las
por tanto, no alcanza el nivel
de comprensión lectora que
le permite entender la vida.
R. Nuestro fracaso escolar
es, básicamente, un fracaso
lingüístico. Y la ley ignora la
importancia de 3º de
Primaria, el momento en el
que el niño pasa de
aprender a leer a aprender
leyendo. Cuanto mejor sea
su vocabulario, mejor lee y
más aprende leyendo. Por
tanto, la riqueza lingüística
estimula unas trayectorias
educativas y la pobreza
lingüística las frena. En las
pruebas de competencia de
4º de Primaria podemos
intuir los que van a fracasar
a los 16 años. Son muchos
los profesores que me
cuentan que los alumnos no
entienden lo que les dicen
en clase. ¿En qué articulado
de la ley se recoge esta
preocupación? Tampoco se
aborda la inseguridad
matemática de muchos
niños, un asunto de la
mayor importancia dada la
relevancia de las STEM.
Cuando una ley no recoge
las preocupaciones directas
de los profesionales de la
educación, no puede tener
éxito.
P. En la ley se contempla una
hora de lectura diaria.
R. No se trata de lectura
diaria, sino de un plan
integral de lenguaje en el
que, entre otras cosas, se
oiga hablar mucho al
profesor. Porque ahora hay
una moda de que el
profesor es sólo un
acompañante del alumno y
no se puede entrometer en
su proceso de aprendizaje,
cuando lo que debe ser es
un referente.
P. ¿Usted ha aprobado a
algún alumno que no se lo
merecía?
R. Todos hemos aprobado a
alumnos que merecían
seguir adelante, a pesar de
ciertas lagunas, si creíamos
que eso podía ayudarlos a
abrirse camino. Tenía a un
alumno entusiasmado con
la climatología, que en
cuanto cambiaba el tiempo
me pedía que le dejara salir
de clase para ver las nubes.
Hoy es el hombre del
tiempo de una cadena de
televisión. Pero si esto se
pone expresamente en una
ley, se desautoriza a los
profesores.
P. ¿Qué le cuentan los
profesores?
POR OLGA R.
SANMARTÍN BARCELONA
“HABLAR DE
APRENDIZAJES
NO MEMORÍSTICOS
ES ENGAÑAR A
LA GENTE. CUANTA
MÁS MEMORIA, MÁS
ENTENDIMIENTO”
“EL NIÑO RICO TIENE
REFUERZO EN CASA.
¿CÓMO AYUDAS A UN
NIÑO POBRE AL QUE
LE HAS DICHO QUE
NO IMPORTA QUE
SUSPENDA?”
“NO CONOZCO
A UN PADRE
DE IZQUIERDAS
QUE CELEBRE EL
PENSAMIENTO
CRÍTICO DE SU HIJO
QUE ES DE VOX”
R. Encuentro dos quejas
recurrentes. Una es la
hipermotividad de los niños.
Y otra la sensación de que
están desprotegidos ante
una Administración cada
vez más burocratizada.
P. En el libro afirma que «la
didáctica del saber está
siendo sustituida por la
didáctica del sentir» y que
en las aulas «el cerebro está
cediendo el espacio al
corazón sin debate alguno».
R. Cada vez nos
encontramos con más gente
bienintencionada que cree
que la intensidad de sus
emociones convalida la
ausencia de criterios
morales. El fomento de la
indignación y de la empatía
son las dos muestras más
evidentes de la deriva
emotivista de la escuela que
anima a los alumnos a verse
a sí mismos por la
intensidad de sus
sentimientos más que por la
altura de sus resultados.
P. Es crítico, incluso
transgresor, con el
fenómeno de la educación
emocional, que insiste en la
importancia de la empatía
–«la emoción más
pedagógicamente
correcta»– y del
pensamiento crítico.
R. La escuela del emotivismo
nos permite igualarnos a
todos en nuestra capacidad
de sentir emociones.
Estamos llenos de
conceptos que utilizamos
poco críticamente, como la
empatía o el pensamiento
crítico. Si me encuentro con
un señor mayor en un
transporte público, no tengo
que empatizar con él para
saber que debo cederle el
sitio. Eso se llama ley moral.
Respecto al pensamiento
crítico, mi experiencia me
dice que es aquel que
coincide con el de cada uno.
No conozco a ningún padre
de izquierdas que celebre el
pensamiento crítico de su
hijo que se ha hecho de Vox.
Se dice que la emoción es el
gran motor de aprendizaje.
Pero yo creo que el
aprendizaje es un gran
motor de las emociones.
¿No hay educación
emocional en la lectura de
Ana Karenina? Pero para
poder disfrutar de eso
necesitas conocimientos.
P. ¿A dónde nos lleva el
emotivismo en la escuela?
R. Ésta es la primera
generación escolar que está
siendo educada en el miedo
al futuro. Les describimos
un futuro ecológico
desolador; les insistimos en
que no tienen ni idea de
cómo serán sus trabajos,
pero que serán inestables y
precarios; los educamos
hacia una ética de la
indignación y de la náusea,
pero nos sentimos
incapaces de ofrecerles una
ética del apetito. ¿Hemos
pensado bien las
consecuencias que la
conjunción del miedo al
futuro y el emotivismo están
provocando en las nuevas
generaciones?
P. El psicoanalista Massimo
Recalcati decía que los
padres se han convertido en
los sindicalistas de los hijos.
R. Siento mucho respeto a
los padres. No podemos
culpabilizarlos de todos los
males sociales porque, si
hay cura para ellos, está en
la familia. En las familias de
ahora hay nuevos
elementos de inseguridad,
esa sensación de que el
progreso ha caducado. Las
madres han salido de casa y
los padres no acaban de
entrar. Hay un bombardeo
de soluciones técnicas para
los problemas humanos.
Han desaparecido también
los espacios en los que los
niños podían jugar sin la
directa supervisión de los
adultos: una de las
características de la infancia
de ahora es que todos los
niños tienen las rodillas
impolutas. Unos niños que
no tienen ni un arañazo en
las rodillas no tienen
infancia.
“LOS NIÑOS SIN
ARAÑAZOS NO
TIENEN INFANCIA.
Y LOS CRÍOS VAN
AHORA CON LAS
RODILLAS
IMPOLUTAS”

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