El Mundo - 09.03.2019

(Michael S) #1

P A P E L


EL MUNDO. LUNES 9 DE MARZO DE 2020 HOJA Nº 29


L I T E R A T U R A

en un espacio concreto.
Estaba en el ajo, pero sin
ánimo de tribo, a lo suyo,
dibujándose de otro modo.
Se licenció en Ingenieria y
Economía en la ciudad de
Barcelona. Saltó a la
Universidad de Berkeley
(EEUU) a estudiar
urbanismo y allí conectó
con una realidad sideral si
uno salía de España,
incluso de Barcelona. Era
1968 y los estudiantes

Cuando la contracultura se
hizo sitio en Barcelona y
despuntaba al compás de
una generación de jóvenes
con apetito libertario, de
raigambre burguesa y
dispuestos a desbaratar la
cementera ideológica del
franquismo, Luis
Racionero (La Seu
d’Urgell, 1940) estaba ya
confeccionando su propia
condición de extraño, de
intelectual difícil de ubicar


empezaban a levantar
lumbres nuevas para
combatir los fuegos viejos.
Allí conoció la
contracultura, los
aquelarres de LSD, las
primeras ráfagas de
filosofía oriental, el sexo
libre, los pensadores
inflamables, las propuestas
de Noam Chomsky, la
revolución pendiente que a
la vez se fue dispersando
por Europa hasta reventar
en París. En el camino,
Racionero escogió hacer el
camino a solas. Un solitario
con amigos, incluso con
cómplices, que buscaba en
todos los márgenes de la
cultura. Autor de ensayos,
novelas, memorias. Es uno
de los nombres de la etapa
balanceante de la mejor
Barcelona, en la que
coincidió en la Gauche
Divine con Nazario,
Mariscal, Onliyú, Gallardo,
Montesol, Marta Sentís,
Pau Riba...
Entonces era dificil
distinguir el día de la noche
y Racionero estaba y no
estaba. Viajó a India a
probar nuevos ungüentos
para el alma y el gozo. Al
regresar participó en la
fundación de la revista
Ajoblanco, impulsada por
Pepe Ribas junto a María

José Ragué, Quim Monzó y
otros. Y a compás fue
publicando su obra


  • Filosofías del underground
    (1975), Del paro al ocio
    (1983)...–, entró en política
    en las filas de ERC en 1982,
    por Girona. Salió al poco
    tiempo. Y continuó
    diseñando su pensamiento
    que denominó como el de
    un «liberal psicodélico».
    Luis Racionero combinó
    el hedonismo con una
    vocación de margen.
    Escribio en catalán y en
    español y poco a poco fue
    desarrollando una vocación
    de retiro a la vez que
    quemaba etapas vitales e
    intelectuales. Fue director
    de la Biblioteca Nacional en
    2001 –donde protagonizó
    una acusación de plagio– y
    antes lo fue cuatro años del
    Colegio de España en París.
    Algunos de sus libros dan
    cuenta no sólo de un
    pensamiento propio y sin
    posibilidad de etiquetas
    formales, sino de una
    curiosidad difícil de aplacar:
    Los ángeles cuánticos
    (1986), El arte de vivir
    (1989), El progreso
    decadente (1990) o
    Conversaciones con Pla y
    Dalí (2004). Sus últimos
    placeres estaban ya en
    gozos más quietos.


El heterodoxo
El escritor Luis
Racionero en una
imagen de 1999 en
Sevilla, cuando
ganó el Premio
Fernando Lara de
novela.
MARCELO DELPOZO LUIS RACIONERO FUE
BUEN AMIGO MÍO desde
que me lo presentó Fernando
Savater, en 1978. Pero fuimos
íntimos durante su estancia en París –que yo le
mostré, en parte– como director del Colegio de
España, y luego en Madrid, como director de la
Biblioteca Nacional, que me mostró a fondo,
durante el Gobierno de Aznar. Quien quiso ser
diputado –sin lograrlo– de una Esquerra Republi-
cana entonces devaluada terminó en el lado más
liberal y culto del PP.
A Luis Racionero le gustaba mucho el refinado
buen vivir, desde los buenos vinos, las mujeres
mulatas o los bellos libros antiguos. Hablar con él
era siempre un placer delicioso y más si había une
coupe de champagne. Psicodélico que vivió la
California contracultural de los finales 60, amaba el
taoísmo chino, la cultura clásica, la Edad Media
trovadoresca, el gran Renacimiento y las luces de la
Ilustración. Era un buen escritor (novelista) pero
mucho más un ensayista, según algunos algo
superficial, pero de ideas muy originales. Caso de
Del paro al ocio (1983), espléndida idea que nuestra
poquedad no hizo cierta. Ese libro marcó una
época, como El Mediterráneo y los bárbaros del
norte (1985), que yo presenté en Madrid (asistió
Serrano Súñer). Como novelista breve, inicialmente
en catalán y más cada vez en español, acaso
Racionero –sobrado de cultura– no acertó en sus
proyectos. Su novela Cercamon (1984), sobre el
trovador de igual nombre, postulaba que Cataluña,
en la Edad Media, unida a las zonas francesas de
lengua d’òc, podía haber sido un gran país. Pero no
se hizo, no existió y ahora era algo anacrónico.
Cuando el libro se publicó en español pocos años
después como El país que nunca existió tuvo menos
éxito. Había escrito Racionero un librito sabio sobre
Leonardo, y lo quiso volver novela en París. Me
consta que trabajó mucho ese libro (él, que tendía a
la indolencia) teniendo como modelo a Yourcenar.
Así nació –yo lo iba viendo– su novela más
ambiciosa sobre el de Vinci. Se llamó Ostinato
rigore, título leonardesco, que la editorial (no
siempre acierta) le obligó a cambiar por el muy
vulgar La sonrisa de la Gioconda (1998). Fue una
pena, aunque obtuviera el premio Azorín, del que
yo era jurado.

Gran enamorado de las mujeres sin desechar
nada, terminó desengañado de sus esposas (entre
ellas la doctora Elena Ochoa, muy cordial), porque
según él todas le fallaron o le abandonaron. Así es
que concluyó prefiriendo, años atrás, el eros
ocasional o un sibarítico eros mercenario. Creo
que retornado a Barcelona, y a su casa familiar de
Urgell, en 2005, se fue retirando de la literatura, no
sin cierto desengaño. Había triunfado antes, pero
no era lo que él quería. Escribía ocasionalmente de
fútbol y de cultura en La Vanguardia, su periódico.
Muy catalán prefería, desde años antes, escribir en
español. No lo he visto en sus dos últimos años,
pero mi recuerdo de él y de su lectura, es luminoso
y gozoso, epicúreo. Fue un buen amigo a quien he
echado de menos. Culto, sabio, muy lector y un
amante de todas las libertades de la vida. Odiaba
lo políticamente correcto, como debe ser. Amigo.

POR LUIS
ANTONIO DE
VILLENA

QUIEN QUISO SER DIPUTADO
DE UNA ESQUERRA REPUBLICANA
ENTONCES DEVALUADA,
TERMINÓ EN EL LADO MÁS
LIBERAL Y CULTO DEL PP

Fallece Luis Racionero. Adiós a los 80


años del ensayista, narrador y uno de


los faros de la contracultura de la


Barcelona de los años 70. En 2001


fue nombrado director de la Biblioteca


Nacional de España


ADIÓS A LA


INTELIGENCIA


PSICODÉLICA


Y HEDONISTA


POR ANTONIO
LUCAS MADRID


HUMANISTA,


VIVIDOR, AMANTE


REFINADO DEL


BUEN VINO Y LOS


LIBROS ANTIGUOS

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