DE_2009_salud_cardiovascular

(tlittels) #1

LIBRO DE LA SALUD CARDIOVASCULAR


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  • Toma de fármacos que incrementan el apetito (anti-
    depresivos, corticoides, antihistamínicos, antiepi-
    lépticos o antipsicóticos, entre otros).

  • Acceso a una mayor disponibilidad de alimentos
    (más calorías, más grasas, menor coste) y menor acti-
    vidad física en poblaciones en desarrollo o en inmi-
    grantes que acceden a sociedades más opulentas.


Enfermedades asociadas a la obesidad


Existen una serie de enfermedades de alto riesgo, otras de
riesgo moderado y otras de bajo riesgo, que se asocian cla-
ramente al desarrollo de la obesidad:


Riesgo alto



  • Hiperlipemia: aumento de triglicéridos, disminu-
    ción de c-HDL (high-density lipoproteins o colesterol
    bueno) y aumento del c-LDL (low-density lipopro-
    teins o colesterol malo).

  • Hipertensión arterial.

  • Diabetes mellitus tipo 2.

  • Enfermedades cardiovasculares.


Riesgo moderado



  • Trastornos respiratorios: insuficiencia respiratoria.

  • Alteraciones osteoarticulares.

  • Insuficiencia venosa de extremidades inferiores o
    plexo hemorroidal.

  • Alteraciones digestivas: estreñimiento, hernia de
    hiato, hígado graso o colelitiasis.


Riesgo bajo



  • Hiperuricemia y gota.

  • Trastornos psicológicos: depresión, ansiedad o
    trastornos de la conducta alimentaria.

  • Tumores malignos: colon, recto, próstata, mama,
    endometrio o riñón.


Todo ello hace que la persona obesa presente un
riesgo mayor de mortalidad que otra de su edad y sexo en
normopeso (véase la figura 1).


Control del exceso de peso


El tratamiento básico de la obesidad descansa sobre dos
pilares: una saludable modificación de los hábitos alimen-
tarios y un incremento de la actividad física. Los fármacos
disponibles permiten que el obeso consiga una reducción
ponderal de peso algo mayor que sólo con una dieta y,


sobre todo, permiten que la pérdida de peso se mantenga
a largo plazo.
Conseguir la normalización del peso no es lo habi-
tual en el tratamiento de la obesidad, y los resultados a largo
plazo son muy escasos. Evitar que el paciente siga ganando
peso y permanezca con un peso estable ya es un logro
importante, si bien no suficiente. Hoy en día, se considera
que pérdidas leves o moderadas de entre un 5-10% del peso
inicial contribuyen de manera eficaz a disminuir las enfer-
medades asociadas al exceso de peso. Por tanto, el objetivo
inicial de pérdida de peso debe contemplarse como una
pérdida moderada de peso conseguida en un plazo aproxi-
mado de seis meses. Lo razonable es perder entre 0,5-1 kg
por semana. Pérdidas mayores seguramente son indicativas
de que la persona está perdiendo kilos a expensas de tejido
no graso (agua, músculo, masa ósea, etc.).
Hoy en día, la mayor parte de los médicos espe-
cialistas recomiendan no realizar dietas muy estric-
tas, porque el grado de cumplimiento está en relación
inversa a su gravedad. Se trata de reducir la ingesta de
calorías en aproximadamente 500-600 diarias, respecto a
la alimentación que se venía realizando antes. Esto suele
implicar que con dietas de 1.000-1.200 cal en las mujeres
y de 1.000-1.500 cal en los hombres, se puede controlar
al 80-90% de los sujetos con problemas de sobrepeso y
obesidad de grado I.
La dieta debe ser equilibrada en nutrientes (50%
de carbohidratos, 15-20% de proteínas y 30% de grasas),
evitando las modas de dietas alternativas, más o menos
mágicas o milagrosas (disociadas, cetogénicas, monótonas,

FIGURA 1. Exceso de mortalidad en relación con
el índice de masa corporal
300
250
200
150
100
Índice de mortalidad 50

Índice de masa corporal (kg/[m²])

0
15 20 25 30 35

Riesgo
bajo

Edad
20-29
30-39

Riesgo
moderado

Riesgo
alto

40

Fuente: Bray G. A. Contemporary Diagnosis and Management of Obesity.
Newtown: Handbooks in Health Care Co., 1998
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