Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

(alangleds1) #1

escombros. No pudieron pues constituir la base para el des­
ciframiento de la escritura cuneiforme.
El punto de partida para este desciframiento fueron las ins­
cripciones murales del palacio de los reyes persas en Persépolis.
El año 1621 el viajero y comerciante veneciano Pietro della
Valle, al que ya hemos mencionado (véase cap. IV), observó
que los diversos signos cuneiformes de los ladrillos que había
encontrado casualmente estaban escritos de izquierda a de­
recha. Más de medio siglo después (1700), el inglés T. Hyde
dio a esta escritura el nombre de cuneiforme («dactuli cuneifor­
mes^) por el aspecto que presentaba. Doce años más tarde, el
médico y viajero alemán Engelbert Kámpfer le dio el nombre
de «litterae cuneatae».
La verdadera investigación comenzó aproximadamente cin­
cuenta años más tarde , cuando el erudito hollsteinés Carsten
Niebuhr copió una serie de inscripciones de Persépolis. Consta­
tó ai hacerlo que el contenido correspondía a un mismo texto
escrito con tres tipos distintos de escritura (el mismo Niebuhr
habló de «tres alfabetos»). En primer lugar figuraba la más
simple; la segunda era algo más complicada y en el tercer lugar
seguía un tipo de escritura compuesta por numerosos signos.
En este campo avanzó aún más el orientalista alemán O. G.
Tychsen, de Rostock, que descubrió que no sólo se trataba de
tres tipos distintos de escritura, sino de tres lenguas diferentes.
Pudo constatar que la cuña inclinada de la primera escritura
servía para separar palabras. Mayores progresos consiguió el
danés Fr. Münter, que apoyó sus investigaciones en detenidos
estudios de la historia de Persia en la época de los aqueméni­
das. Se dio cuenta de que el primer tipo de escritura era alfabé­
tico (transcripción fonética) y el segundo silábico. Según su
opinión, en la tercera escritura, consiguió descifrar las palabras
«rey» y «rey de reyes». Aunque no logró determinar los diversos
signos de la escritura cuneiforme, facilitó en gran medida la ta­
rea de los investigadores que le siguieron. :
Quien mayor éxito obtuvo fue el profesor de instituto ale­
mán Georg Friedrich Grotefend, que en el año 1802 presentó a
la Gottínger Gelehrten Gesellschaft ia traducción de dos ins­
cripciones de Persépolis, cuya escritura representaba una trans­
cripción fonética. Junto a este tipo de escritura se encontraban
otras dos. El que ésta transcripción fonética estuviera situada
en primer lugar le llevó a suponer que se trataba de una versión
escrita en la lengua que se hablaba en el palacio del rey, esto
es, en persa. Concordando en todo con Münter, atribuyó estás
inscripciones a los reyes de la dinastía aqueménida. Junto a su
conocimiento del Antiguo Testamento y del Avesta, le ayudó
mucho en su trabajo su sobresaliente capacidad para hacer
combinaciones. En ambas inscripciones se repite cuatro veces
un grupo de signos, de los que supuso que expresaban el título

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