día en Mesopotamia tan alto grado de desarrollo económico y
cultural, se sumió en un olvido casi total. En conjunto sólo lle
garon hasta nosotros algunas observaciones de los historiadores
griegos —exceptuando quizá los tres volúmenes de la crónica
de Betosio, sacerdote babilonio de la época postalejandrina.
Esta crónica, conocida con el nombre de Babiloniaca, fue escri
ta ya en griego. Hay que mencionar especialmente ai «padre de
la historia», Herodoto. Prescindiendo de esto, es sobre todo en
la Biblia donde, eri los libros del Antiguo Testamento, se men
cionan algunos acontecimientos de la historia mesopotámica,
principalmente de las épocas asiria y neobabilónica. En los re
latos bíblicos se conservan, con algunas modificaciones y a ve
ces también con una específica coloración local, resonancias de
la tradición sumeria, babilonia y asiria. A modo de ejemplo,
baste con citar las íeyéndas de la creación , del diluvio y el relato
de la construcción y derrumbamiento de la Torre de Babel. Es
te último ejemplo contiene tal vez reminiscencias de las torres
escalonadas de los templos mesopotámicos, los llamados zigu-
rats. La Biblia sitúa la cuna del patriarca Abraham en la ciudad
de Ur, un famoso centro de la vida política y cultural sumeria.
En los salmos, la Biblia exterioriza el dolor del pueblo judío,
arrastrado al destierro babilonio. La misteriosa mano que, se
gún el relato bíblico, escribió en los muros de la sala del trono
de Nebukadnezar (Nabucodonosor), en Babilonia, las palabras
Merie, Tekel..., anunciaba ya el fin del reino babilonio,
destruido por Ciro II, el gran conquistador persa.
Mientras que jas obras de los escritores griegos que hacen re
ferencia a la historia y la cultura mesopotámica sólo tuvieron
una limitada difusión, tanto en la Edad Media como en la épo
ca moderna, en círculos restringidos de eruditos, la Biblia, de
bido a la influencia del cristianismo, fue conocida por amplias
capas de la población, salvando así, al menos parcialmente, la
antigua cultura de las civilizaciones del antiguo Oriente de un
olvido que de otro modo hubiera sido inevitable.
Muchos.siglos tuvieron que transcurrir hasta que esta civili
zación pudiera hablamos en su propia lengua. Desde el si
glo X V I I diversos viajeros trajeron a Europa interesantes hallaz
gos e importantes conocimientos ligados a los objetos encontra
dos. Pero sólo con el criptoanalisis de la escritura cuneiforme se
encontró la llave mágica que ha abierto las puertas de un cono
cimiento inmediato de aquellas sociedades y culturas que se
desarrollaron en las orillas del Tigris y el Eufrates a lo largo de
más de tres milenios! Con el desciframiento de la escritura cu
neiforme, a mediados del siglo pasado, ¡nació una nueva espe-
ciali4ad del orientalismo: la asiriologia.;
La asiriologíá no es una ciencia fácil. El asiriólogo, ante todo,
debe saber descifrar la escritura cuneiforme, que , al haberse
ido desarrollando a ló largo de milenios, sufrió una serie de
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