relación entre dueño y esclavo y el primero seguía detentando
el poder; no cambiaba básicamente ni siquiera la cantidad de
servicios que el antiguo esclavo (o esclava) tenía que prestar a
su anterior dueño. Se dan casos en los que al acto de manumi
sión del antiguo esclavo se le imponían diversas obligaciones a
favor incluso de los hijos del antiguo dueño, con lo que al
esclavo liberado sólo se le garantizaba que «no se le volvería a
llamar esclavo».
A la manumisión iban asociadas normalmente diversas cere
monias: se lavaba la cabeza del esclavo, que iba a ser manumi
tido y que debía dirigir su mirada hacia el este, mientras se lle
vaba a cabo esta operación. Al esclavo se le quitaban también
las marcas de esclavitud al igual que las cadenas.
CONCEPCIONES DE LA EPOCA SOBRE LA ESCLAVITUD
La esclavitud era la principal característica de toda la so
ciedad mesopotámica. Esta constatación no resulta afectada ni
siquiera por el hecho de que se manumitiera a los esclavos o se
les diera asilo. Tampoco resultaba determinante el que a veces,
entre los miembros de las capas superiores, hubiera algunas
personas que, sin condenar su existencia, consideraran no obs
tante la esclavitud como una institución que no está de acuerdo
con los sentimientos humanos naturales, esforzándose por tan
to en suavizar algunos de sus rasgos especialmente brutales.
Durante la fiesta sumeria del Año Nuevo, que puede conside
rarse como un precedente de las cromas griegas o las saturnalias
romanas, «el esclavo avanzaba junto a su dueño, la esclava era
igual a su señora, el rico y el pobre dormían el uno junto al
otro» (según la inscripción de Gudea, rey de Lagash). De Asiria
se ha conservado, junto a los informes que dicen que era de
«buen tono» que el dueño manumitiera a sus esclavos con oca
sión de alguna fiesta especial (un precedente de la amnistía),
un interesante documento, contenido en la colección de augu
rios shurpu, en el que la manumisión se cuenta expresamente
entre los méritos del hombre.
Hasta ahora no existe ningún documento que atestigüe un
intento de acabar con las diferencias de clases mediante una re
sistencia organizada de los esclavos. En la época de Rimush, el
segundo rey en la lista de la dinastía de Sargón de Akkad, h u
bo desde luego algunas revueltas de las masas hambrientas, pe
ro no puede hablarse de una rebelión de los esclavos. Se cono
cen sin embargo algunos documentos que ponen de relieve la
desesperación de aquellas personas que padecían bajo el senti
miento de su propia miseria y de su desesperada posición so
cial.